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 sábado, 23 de abril de 2005  
Cuba padece una crisis energética y busca reducir el consumo doméstico
Castro emprende la lucha contra electrodomésticos caseros de los cubanos
Los talleres que crean estos artefactos, muy comunes en la isla, son para el presidente "embriones de capitalismo"

La Habana. - Enfrascado en una campaña para mejorar la eficiencia energética de la "Revolución cubana", Fidel Castro encabezó una insólita exhibición de extraños electrodomésticos artesanales de alto consumo que su gobierno pretende erradicar de los hogares. Castro hizo un alto en su comparecencia televisiva en la noche del jueves para mostrar personalmente la colección de artefactos recolectados en casas cubanas. "Son devoradores de electricidad", advirtió Castro, mientras mostraba una vieja heladera. Detrás de la desopilante exposición del jefe del Estado cubano existe el temor a una crisis de abastecimiento eléctrico y al descontento que podría traer si el próximo verano boreal se debe recurrir a nuevos y largos apagones.

En la alocución, transmitida en directo por los medios locales, Castro volvió a dar, en lo que ya es un verdadero clásico de la vida cubana, una lección sobre el uso de la popular olla arrocera. También abundó sobre las ventajas de los "modernos" ventiladores o la mejor manera de aprovechar la energía de una vieja heladera.

Entre los ventiladores mostrados por Castro, uno fue construido con un motor de lavarropas rusa y un pie de disco de freno de un auto marca Lada, con un consumo de 60,60 vatios por hora. Una extraña cocina eléctrica de materiales poco apropiados demanda 1.600 vatios por hora.

En medio de bromas, el mandatario dio paso a heladeras antiguas, sin termostatos ni juntas protectoras, de marcas estadounidenses anteriores a 1959, como Westinghouse y Frigidaire, con un consumo de unos 100 vatios por hora. "¡Con lo que gasta se puede comprar materia prima para 25.000 huevos al año!", exclamó Castro, mientras abría y cerraba la puerta del añejo artefacto.

El plan del mandatario es sustituir estos electrodomésticos por nuevos. Por lo pronto anunció la entrega subvencionada de ollas arroceras y cocinas eléctricas, instalación de lamparitas de bajo consumo y la venta de ventiladores que consuman menos.

Castro se mostró molesto ante las cámaras, pues estas "artesanías son el embrión del capitalismo", ya que ofrecen provecho a habilidosos cuentapropistas que fabrican estos electrodomésticos caseros y, según acusó el líder de la revolución cubana, favorecen el robo de cables y motores.

Fuertemente subsidiada, la electricidad es un sector clave en la isla, carente de fuentes de combustible y con alta demanda debido al intenso calor del clima caribeño.

La promesa de recibir electrodomésticos y otras medida anunciada, como aumentos de sueldos (ver aparte), cayó bien entre algunos cubanos. "Estoy muy contenta que se hayan acordado de nosotros", dijo Coralia Bauta Ojito, una trabajadora comunal de La Habana Vieja.


La razón de ser de los "Frankestein"
Pero para otros en cambio Castro omitió mencionar porqué se inventaron estos "Frankestein", como se llaman popularmente a los aparatos artesanales: la necesidad provocada frente a la crisis de los 90 o antes, cuando el Estado no vendía estos productos a la población y los proveía sólo a ciertos privilegiados.

La isla tiene una capacidad instalada de 3.200 megavatios. Aunque en años recientes el comportamiento del sector fue tenso pero estable, en 2004 una crisis energética con apagones puso en jaque al gobierno, sometido a críticas populares. En los primeros meses del 2005 la situación se fue normalizando. "La situación es compleja, no vamos a tener para satisfacer toda la demanda", alertó la nueva ministra del rubro, Yadira García quien espera llegar al problemático verano "en mejores circunstancias". (AP)
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Un enemigo menos. Castro hace escuchar el ruido de un ventilador decomisado.

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