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sábado,
23 de
abril de
2005 |
El desarraigo y las
dificultades culturales
Emprender un estudio superior demanda a los estudiantes de
fuera de Rosario el desafío de organizar su independencia
Según se desprende del último boletín estadístico, cerca de 7.400 jóvenes provenientes de otras localidades se inscriben por año en la UNR, lo que representa que más del 46% del estudiantado ingresante no es originario de Rosario.
Así, el componente fuertemente migratorio que posee la universidad local es otro de los aspectos que, en determinados casos, se traslucen en hondas dificultades tanto académicas como socioeconómicas de un número importante de alumnos que, en función de ellas, no terminan la facultad.
"Con la crisis que se generó recientemente en el país, muchos estudiantes que venían de afuera tuvieron dificultades para poder sostenerse económicamente en la ciudad y tuvieron que regresar a sus lugares de origen, aunque algunos después retomaron", explica la psicóloga Ana Tosi, quien junto con un grupo de docente e investigadores de la UNR son autores del proyecto "Procesos migratorios en estudiantes universitarios y sus efectos subjetivos".
Así, temas como el desarraigo geográfico, el desprendimiento familiar, la pérdida de los lazos afectivos, y las dificultades de integración se hayan presente en el estudio. "Iniciamos con los alumnos de primer año, en el 2004, talleres de reflexión con la intención de rastrear cuáles eran las fantasías, las expectativas con las que se representaban la ciudad, el ingresar a la universidad, por qué habían elegido Rosario y cómo había apoyado la familia estas decisiones y, en definitiva, qué cambios ellos registraban en cuanto a sus vivencias subjetivas", declara Ana Tosi.
"En muchos casos, la elección de la ciudad tenía que ver con que había familiares acá. O ya habían venido hermanos a estudiar", indica Alejandra Ballerini, coautora del estudio. "También porque tenían referencias de la buena calidad educativa de la universidad y porque entre la disyuntiva Rosario - Buenos Aires preferían esta ciudad ya que les generaba menos inseguridad, más confianza para manejarse", agrega Tosi.
"Desde chica te hacés la idea de venirte acá. En el discurso mismo de la escuela ya estás hablando de ir a Rosario", declara en la investigación una estudiante proveniente de San Nicolás.
Los afectos
La pérdida de los lazos afectivos constituyen probablemente uno de los principales inconvenientes que aquejan al enorme contingente migratorio de la universidad, ya que, como ejemplifica en el informe una joven de una localidad cercana, "a mí me da miedo perder un montón de vínculos que tienen diez o doce años".
Pero el encuentro frente a las nuevas responsabilidades es también motivo de preocupación, pues, como describe Ana Tosi, los alumnos "se encuentran con que se tienen que organizar en su vida cotidiana, cocinar, lavar, hacer compras, trámites, convivir con otros -que eso a veces genera algún tipo de conflictividad y tensión-, manejar el dinero y organizarse con el estudio. Y por otro lado la presencia del sacrificio económico y familiar que significa ese desprendimiento, es una sensación de cierta deuda hacia la familia".
Finalmente, y tal como advierten algunos secretarios académicos de distintas facultades, se registran al día de hoy dos fenómenos que han influido sensiblemente este panorama: por un lado, la apertura del Puente Rosario-Victoria, que ha motorizado la venida de un importante grupo de jóvenes no sólo de Victoria, sino también de sitios aledaños. Y por el otro, el boom de la soja ha posibilitado que muchos trabajadores rurales puedan, gracias a la buena cosecha, finalmente enviar a sus hijos a la universidad, hecho que se verificaba ya en otra épocas.
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La crisis de los últimos años conspiró contra la permanencia de los jóvenes del interior.
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