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 domingo, 19 de diciembre de 2004  

candi
Charlas en elCafé del Bajo
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-Hablemos de la intolerancia, Candi, de los estragos que causa en el ser humano. Pero hablemos de este tema a propósito del caso de Hilda Molina, la neurocirujana cubana, disidente, que quiere pasar las fiestas en Argentina con su familia y cuenta con la negativa del régimen castrista. El presidente Néstor Kirchner, como se sabe, ahora ha pedido la renuncia del jefe de gabinete de la Cancillería, Eduardo Valdés, amigo y mano derecha del propio Bielsa, porque junto con el embajador argentino en Cuba, permitieron el ingreso a la Embajada de la renombrada médica.

-Kirchner, tiene que navegar entre dos aguas: por un lado no quiere empañar las relaciones con Fidel y por otro no deja de advertir que no se puede descolgar del mundo que, a viva voz, está diciendo que en la isla se violan los derechos humanos. Lo de Castro es lisa y llanamente una locura, un disparate y si algo bueno tuvo el régimen alguna vez lo ha derribado él mismo con sus actitudes tiránicas, dictatoriales y fascistas. Por eso cuando yo escucho hablar de fascismo pregunto: ¿el de derecha o el de izquierda? Castro es un intolerante y la intolerancia es el alma del fascismo. La intolerancia campea en los gobiernos, en las grandes y en las pequeñas sociedades, en las instituciones y en el propio individuo. Nada bueno puede resultar del no respeto por las ideas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias. Claro siempre que estas ideas no sean agresivas.

-Chesterton decía que "Un hombre puede combatir una afirmación con un razonamiento; pero una sana intolerancia es el único modo con que un hombre puede combatir una tendencia".

-A mí me parece que esta apreciación de la cosa no es más que pretender disfrazar de noble actitud lo que de noble no tiene nada. No puede haber "sana intolerancia", la intolerancia no puede ser sana a menos que estemos ante un hecho fenomenal dado por la siguiente circunstancia: un ser se opone tenazmente a la idea de un grupo por considerar que el grupo está en el error. Esto puede suceder y de hecho sucede a menudo en todos los ámbitos de la vida, pero no se soluciona mediante la negación lisa y llana de la idea grupal, mediante el rechazo de plano sin explicaciones, sino precisamente mediante la persuasión por vía del razonamiento.

-Pero usted sabe muy bien, Candi, que a veces hay estados mentales que no son capaces de razonar. Y cuidado, que esta incapacidad no se produce por falta de inteligencia o nivel cognoscitivo, sino porque a veces a la mente la obnubilan otras cuestiones.

-Eso es muy cierto, pero el líder o el que cree sinceramente que está más cercano a la verdad tendrá que buscar caminos que eviten la intolerancia porque ella lejos de resolver la dificultad la empeora.

-¿Qué camino por ejemplo?

-Un arbitro, un tercero imparcial que, dotado de sabiduría, laude en el entredicho. Es fundamental la equidad y sabiduría del tercero en cuestión y no dejarse llevar por la erudición que es otra cosa. Hay que evitar la intolerancia porque conlleva el cercenar la idea ajena y aun cuando esa idea sea equivocada uno no puede exterminarla desde afuera apelando a la violencia. A la idea equivocada la debe exterminar el propio portador haciendo uso de la razón y le reitero, si por alguna razón es incapaz de alcanzar la luz por sí mismo es menester acercarle tal llama de alguna forma.

-La intolerancia es devastadora.

-Sin ninguna duda. La intolerancia genera resentimiento, enojo y éste a su vez violencia que puede ser física o moral. A veces esta última causa estragos muy grandes en el alma humana, destrozos más graves que una agresión física.

-De todos modos lo de Fidel es intolerable. Y aquí viene la gran contradicción y la tremenda paradoja: ¿Se debe ser intolerante con la intolerancia?

-El problema de Fidel es que se le cae a pedazos una estructura que no encaja en este mundo y no sabe como mantenerla. Elige el camino desafortunado que encuentra en su mente ya moldeada en perfiles ideológicos puntuales y que moran en compartimentos estancos. Esto es lo peligroso, no sortear los límites mentales. Ahora, yo creo que ante la intolerancia uno debe ser firme, pero jamás agresivo.

Candi II
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