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 sábado, 27 de noviembre de 2004  
Opinión
Entre los anuncios y las decisiones tardías, una oportunidad perdida
El congreso y la participación docente

Marcela Isaías / La Capital

Sin esperar invitaciones oficiales ni mucho protocolo, apenas se conoció que Rosario sería sede del III Congreso Internacional de la Lengua Española un buen número de docentes y escuelas diseñaron propuestas para que esas jornadas -históricas para la región- no pasaran inadvertidas en las aulas.

No fue casual que desde el inicio de las clases cientos de trabajos, experiencias y propuestas escolares invitaran a escribir, a participar de certámenes y hasta a opinar en nombre de este tercer congreso. Tampoco faltaron las voces que se sumaron a las críticas promovidas en el I Congreso de laS LenguaS, como se dio en llamar al encuentro realizado en forma paralela al convocado por la Real Academia Española.

En todo caso, la iniciativa enriqueció el debate intelectual y abrió nuevas preguntas en el ámbito escolar.

Las expectativas con las que se encararon éstas y otras acciones no fueron erradas. Rosario vivió durante el III Congreso días históricos: escritores e intelectuales de primer nivel se dieron cita en la ciudad y durante horas colmaron las expectativas de quienes fueron a escucharlos.

Las sorpresas se dieron a diario con los discursos, conclusiones y lo inesperado: el premio Nobel de Literatura José Saramago reconociendo a los chicos escritores de todo el país ganadores del certamen organizado por el Ministerio de Educación de la Nación.

Y, por si hiciera falta, basta recordar el impacto que significó el denominado Congresito o Congreso de la Lengua para Niños, organizado por la Isla de los Inventos de la Municipalidad de Rosario, que movilizó en una actividad excepcional a cientos de niños con sus maestros, y que promete reeditarse el año próximo.

Aunque era sabido desde un principio que las discusiones académicas propuestas en el marco del congreso estaban destinadas a los especialistas en la materia, muchas escuelas y sus docentes se las ingeniaron para no quedar afuera. O, en todo caso, vieron la oportunidad de poner a la lectura y la escritura en un plano diferente al conocido.

Sin embargo, una vez más las iniciativas corrieron por cuenta de la voluntad de lo que cada uno pudo y quiso hacer; porque -vale decirlo- se desaprovechó a nivel provincial educativo un momento singular para debatir el lugar de la lengua, la literatura y la lectura en la enseñanza de los niños y adolescentes.


Del dicho al hecho
Si bien a principio de año el Ministerio de Educación de Santa Fe lanzó un programa de Acceso a los Bienes Culturales (ABC) destinado a los maestros con bastante fuerza -basta recordar la iniciativa en conjunto realizada con el Teatro El Círculo- su continuidad no fue aprovechada en el evento de semejante envergadura que tuvo lugar en Rosario. Y en todo caso se diluyó en los anuncios iniciales o perdió en decisiones tardías. A decir verdad, tampoco fue suficiente el certamen "Soltar la lengua".

Por Rosario pasaron Carlos Fuentes, José Saramago, Héctor Tizón, Ernesto Cardenal, por citar sólo a algunos de los reconocidos exponentes de la literatura actual.

La oportunidad fue única para sumar a los maestros y a los estudiantes a un debate distinto al de las miradas meramente didácticas, y para disfrutar de un contacto más abierto al placer que despierta una buena pieza literaria y la presencia del autor que la genera.

Lástima, la oportunidad se perdió.
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