| | lunes, 04 de octubre de 2004 |
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-Antes del tema de hoy, que se las trae, quiero agradecer a los lectores por las cartas enviadas y sus comentarios, y especialmente al señor Ferreira por sus expresiones respecto de la historia que reprodujimos hace unos domingos sobre el rey rico pero infeliz. Hoy, y en varias ediciones, vamos a transcribir la carta que nos envió el licenciado Angel Presello (a quien agradecemos sus felicitaciones). El profesional habla en su misiva de un tema profundo y siempre actual: la prostitución. El titula a sus palabras "Convivencia", obviamente en relación al famoso Código porteño. Sin embargo, creo que Presello trasciende ese aspecto para bucear en aguas más profundas: el destino de los marginados sociales. Comienzo la lectura: "Es interesante comparar las palabras usadas en el tema para evaluar el progreso realizado a través de los años. Años atrás se hablaba de prostíbulos, ahora, hablamos de convivencia. Sin que nos ilusionemos con que hemos conseguido revelar la problemática, creemos que se manifiesta un cambio de niveles. La convivencia habla de un nivel de valores con que se pretende imponer un orden en la población. Se pretende controlar la presencia de las prostitutas de manera que no ofendan la sensibilidad de los vecinos. En primer lugar nos preguntamos qué se pretende con la pretensión de desalojo de los lugares públicos. Por parte baja, sin haber hecho un estudio como corresponde, diremos que las prostitutas representan una competencia para madres y novias. Son especialistas en un oficio y no representan ninguna responsabilidad o carga para los varones. Es verdad, son un mal ejemplo para los menores que siguiendo esos ejemplos no se preocuparán por adquirir los hábitos que corresponden a una sexualidad bien asumida. En segundo lugar, nos interesa encontrar la causa de esta situación que persiste desde que la humanidad tiene memoria, y pasó por etapas altamente codificadas como cuenta la historia de la pirámide de Keops que la hija del faraón ofrecía sus servicios a cambio de una piedra para la pirámide. Persistió esta actividad, después como actividad marginal, pero siempre como un resabio de la esclavitud, en donde los prestadores de trabajo no reciben una justa compensación. Se ha logrado debatir el tema en el congreso, pero se lo quiere circunscribir a un aspecto casi turístico. Que no afee la apariencia de la ciudad. Se mira el tema desde un solo aspecto, desde el punto de vista de los transeúntes y vecinos y no desde el punto de vista de la condición de las mujeres oferentes de trabajo. Quiere esto decir que se busca una solución para la comodidad de los espectadores y no de los interesados".
-Muy buena conclusión esta última. Bueno, esto es característica de este país en donde las políticas persiguen la comodidad de los poderosos y no la concesión de derechos para una vida digna a los débiles. ¿Qué es sino la contención del estallido social a través de planes miserables que son verdaderos mendrugos indignos de la dignidad humana? (valga el juego de palabras).
-Sigo con la lectura: "Subyace la idea de que no es educativo para los niños, ni para los grandes el espectáculo de gente que busca una satisfacción sexual fuera de un vínculo familiar. Esta práctica desvaloriza el sexo que debiera ser símbolo de fidelidad, de amor, de colaboración. Un vínculo permanente. En el fondo hay una falsa conciencia. Se ve que hay algo que está mal, pero que la sociedad tampoco está en condiciones de superar totalmente. Veremos que es lo que falta superar. No cuentan para nada los "partenaires" sin los cuales esa relación sería imposible. Sin clientes desaparecería un problema, pero ese no es el problema principal. En nuestra sociedad las sentencias se dirimen según los niveles de poder, aquí se castiga la parte más débil, y para nada a los socios participantes que en buen romance deberían compartir el peso de la problemática social. La relación sexual, de por sí, acarrearía consecuencias para dos personas de por vida, al menos a nivel afectivo, si tenemos en cuenta que tratar al otro como persona debería incluir el desarrollo de sus virtualidades en la medida que implique la intimidad. En la relación hombre mujer jamás se ven un hombre y una mujer tan cerca sin que la proximidad constituya vínculo, pero, aquí no trae consecuencias".
-Mañana siga con la carta. Sin embargo subrayo Candi esto del partenaire. Es cierto: el que compra sexo jamás aparece en la escena de la falta. Aquí el demonio es el oferente como si el que solicitara el servicio no fuera tan o más responsable del acto. ¿No es verdad? Hasta mañana.
Candi II | | |
 | "Rozas no ayuda a la recuperación de la UCR"
Raúl Alfonsín
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