| miércoles, 15 de septiembre de 2004 | Capacidad de decisión Una investigación demostró que los derechos humanos de los ancianos no son respetados en la mayoría de los geriátricos de la ciudad. Propuestas de cambio María Laura Favarel / La Capital Un estudio minucioso de la vigencia de los derechos humanos en geriátricos de la ciudad demostró que en muchos de ellos no se respetan los deseos básicos de los adultos mayores, entre otros, la voluntad de ingresar o no a la institución, la libre circulación y la excesiva medicación sedante. El relevamiento fue llevado adelante por el único centro de investigaciones en derecho de la ancianidad del país que funciona en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Los resultados de este estudio, uno de los proyectos más ambiciosos del centro, serán publicados en un libro que se presentará próximamente en Buenos Aires.
Isolina Dabove, directora del Centro de Investigaciones en Derecho de la Ancianidad aclaró a La Capital que "al hablar de derechos de la ancianidad no nos referimos solamente a cuestiones jurídicas vinculadas a la jubilación y al jubilado, sino que consideramos al anciano como persona poseedora de todos los derechos humanos, teniendo en cuenta que se trata de una población más vulnerable".
Las bajas jubilaciones colocan al adulto mayor en una situación marginal y en algunos casos a las familias les representa una carga difícil de sobrellevar. "Por esta razón muchos terminan internados en geriátricos", puntualizó Dabove. Esto motivó una investigación de fondo para evaluar si se respetan los derechos humanos de la tercera edad en ese ámbito.
Sin poder elegir La especialista, quien además es docente de la Universidad Nacional de Rosario afirmó que "ninguno de los geriátricos observados respeta el derecho del adulto mayor a decidir si quiere ingresar o no a la institución". Sobre el tema la investigación demostró que en la mayoría de los casos es un familiar o un amigo quien decide por ellos.
Paralelamente los investigadores de la UNR observaron que no existe en ninguna legislación provincial o municipal artículos que se refieran a los derechos de la ancianidad. "Existe un vacío legal sobre esta cuestión", sentenció la abogada.
"No condenamos al geriátrico, pero consideramos que es una institución que debe ser reformulada en sus bases normativas de modo que se respeten estos derechos. Y esto comienza por la decisión de estar o no en el lugar". Dabove aclaró que esta conducta está referida a personas sanas, conscientes de sí mismas y que pueden decidir contratar con el geriátrico que deseen".
"Esto no sucede con frecuencia, -señaló la especialista-. La familia interviene con buena o mala intención. No se abre al diálogo y la negociación porque se confunde lo que es justicia con lo que es el amor y la afectividad". Dabove explicó que esto se debe a que el anciano tiene terror a perder los afectos. De hecho los va perdiendo por razones de edad. Sus amigos se van muriendo, el cónyuge y sus coetáneos desaparecen. Entonces aparece la soledad, que se toma como criterio fundamental, por parte del anciano, para decidir el ingreso al geriátrico con el afán de no disgustar a sus seres queridos.
Libre circulación "Una vez que la persona ingresa a la institución se presentan una serie de problemas que se podrían sintetizar en el derecho a la libertad de circulación. Muchas veces las instituciones, con el afán de protección o de represión, se lo prohíben", remarcó Dabove. Existe jurisprudencia tanto en la provincia de Buenos Aires como en la de Santa Fe donde se reconoce plenamente este derecho. "De lo contrario estaríamos hablando de prisiones", apuntó.
La investigación demostró que existen instituciones donde se respetan los reglamentos edilicios pero no el derecho del anciano vinculado con la elección de la habitación. Dabove señaló al respecto que "el personal de la institución traslada a la persona de una habitación a otra sin previo aviso, y esto lo desestabiliza emocionalmente".
Ocurre también que en las instituciones geriátricas -tanto privadas como públicas- no existen habitaciones individuales donde los gerontes puedan llevarse los muebles o los adornos de su casa para lograr un ambiente donde puedan tener presente los recuerdos. En Rosario son muy pocos los lugares donde esto es posible. Entonces el anciano tiene que acostumbrarse a estar en habitaciones donde conviven dos, tres o cuatro personas, o en el peor de los casos, a refugiarse en habitaciones muy amplias, donde duermen simultáneamente 20. En este aspecto la investigación revela cómo se vulnera el derecho a la intimidad.
Medicalización Otro de los derechos humanos investigados a fondo fue el de la asistencia sanitaria, destinado a averiguar si los ancianos son sometidos a fármacos de manera innecesaria. Sobre el particular la abogada señaló que sería conveniente "que en cada institución exista un médico de cabecera que contemple la situación de cada anciano para que no termine siendo víctima de chalecos químicos". El relevamiento evidenció "una excesiva medicalización, tal vez con el afán de protección y de tomar recaudos".
"Para la convivencia no es bueno mezclar personas sanas con las que no lo son", destacó Dabove, y recordó las dificultades físicas que todo proceso de envejecimiento conlleva. La gerontología subraya que las personas ancianas más lúcidas que asumen los impedimentos físicos pueden seguir proyectándose con la mirada puesta en el futuro. Porque mientras la persona está viva comparte el presente con el tiempo que vendrá. Esto significa proyectarse sanamente", concluyó. enviar nota por e-mail | | Fotos | | La libre circulación en los geriátricos pocas veces se contempla. | | |