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 sábado, 04 de septiembre de 2004

Cuatro puntazos homicidas a un hombre en un cuarto alquilado

Ramón Emilio Rodríguez tenía 33 años y el miércoles a la mañana se fue de su casa de Venado Tuerto supuestamente para visitar a su padre enfermo en la provincia de Chaco. Pero a poco más de 24 horas de haberse despedido de su mujer, apareció asesinado de cuatro puñaladas en el interior de una pieza que había alquilado el mismo día de su viaje, pero en un barrio periférico de Rosario, casi en el límite con Pérez. El dato más sorprendente del crimen es que la víctima llegó a esta ciudad y arregló la locación junto con otra mujer. Esta persona es la llave para explicar el homicidio, ya que desapareció horas antes de que se descubriera el cadáver.

Mientras tanto, el caso se presenta complejo ya que no hay ningún dato concreto acerca de la identidad de la mujer que acompañaba a Rodríguez el día en que ambos alquilaron una casilla monoambiente en la esquina de Bertolé y González (a la altura de Rivarola al 8200). Los investigadores presumían la hipótesis pasional como móvil. Norma es el único nombre que los detectives de la seccional 32ª y de la Brigada de Homicidios tienen de la sospechosa del crimen. "De ahí a que ese sea su nombre real hay un largo trecho", aclaró uno de los investigadores.

La tal Norma y Rodríguez arreglaron el alquiler de la pieza con el dueño del inmueble, Luis Tapia, un albañil de 71 años. Luis fue quien descubrió el cadáver tirado en el piso y la única persona que estuvo cara a cara con Norma.


El escenario
"Primero vino la mujer. Fue el miércoles a la mañana. Me dijo que quería alquilar una pieza para ella y su compañero y pidió verla. Se mostró conforme y me informó que su compañero venía de Venado Tuerto al día siguiente", rememoró Tapia ante La Capital. El albañil comentó que Norma no sólo estuvo conforme con las comodidades del inmueble sino también con el monto del alquiler, 70 pesos mensuales. "Después se fue, me dijo que se tenía que trabajar", añadió el testigo.

Ese mismo miércoles a la tarde Norma y Rodríguez, al que Tapia describió como "un gordito de cabellos medio rubios y de unos 30 años" llegaron en taxi hasta la puerta de la vivienda. Ambos traían un bolso de viaje cada uno. "Venimos a ocupar la pieza", le anunciaron a Tapia. "Fueron muy cordiales. Al muchacho le estreché la mano. Ella dijo que era su compañero pero él nunca me dijo su nombre", comentó Luis.

Al día siguiente, es decir el jueves, Norma supuestamente se había ido a trabajar al centro y Rodríguez se quedó en la casa. A partir de ese día, Tapia ya no volvió a ver a Norma. Los dos o tres encuentros con Rodríguez fueron en la vereda. La última vez que Tapia lo vio fue a las 18.

Cerca de las 21, Luis salió a la calle y advirtió que la puerta de la pieza que le alquilaba a Rodríguez estaba abierta.

Al acercarse comprobó que su inquilino yacía boca abajo inerte con en medio de un charco de sangre. "Al ver esa mancha saqué la bicicleta y me fui hasta la seccional 32ª". Tapia aclaró que, a pesar de tener su casa pegada a la pieza, no escuchó nada anormal en ese anochecer.

Los investigadores se mostraban ayer un tanto desconcertados. El cuerpo presentaba cuatro puntazos: dos en la espalda, uno en el pecho (probablemente haya sido el letal) y otro en el hombro. La autopsia reveló además la presencia de algunos hematomas lo que demostraría que la víctima intentó defenderse. Ahora, el objetivo de los detectives es hallar a la mujer que acompañaba a Rodríguez.

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