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 sábado, 04 de septiembre de 2004

Amia: impunidad y vergüenza

Resulta por completo imposible asimilar sin dolor el dramático peso de la noticia: la absolución de todos los imputados por la voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina (Amia), el trágico 18 de julio de 1994, que dejó un saldo de 85 muertos, debe incluirse entre las páginas más negras de la historia judicial argentina. Es que se trata, según se sabe, del peor atentado terrorista perpetrado en el país, y lo que refuerza la angustia es que se produjo en plena vigencia del sistema democrático. Los nulos resultados de la investigación, entonces, no sólo dejan una indescriptiblemente amarga sensación de vergüenza e impunidad, sino que conmueven a los cimientos más hondos de la institucionalidad argentina.

La inusual dureza de los términos del fallo refleja con precisión la magnitud del fracaso. Los jueces que integran el Tribunal Oral Nº3 emitieron, incluso, un comunicado de prensa que refuerza dicha contundencia: en él aseveran, ajenos a medias tintas o a cualquier tipo de máscara retórica, que toda la investigación consistió en un armado para "satisfacer intereses de oscuros gobernantes inescrupulosos". Resulta superfluo agregar comentarios a tal afirmación cargada de peso político cuando emana -insólitamente, como en este caso- nada menos que de un grupo de magistrados.

A la absolución de los cinco principales acusados -entre quienes se destacan el reducidor de vehículos Carlos Telleldín y el ex policía bonaerense Juan José Ribelli- se le sumó la orden de investigar al juez federal Juan José Galeano -sobre quien asegura que quedó demostrada su "falta de imparcialidad"- y los fiscales del caso Eamon Mullen y José Barbaccia, a la vez que se dispuso iniciar una causa contra el ex ministro del Interior Carlos Corach y el ex titular de la Side Hugo Anzorreguy.

Gravedad inédita reviste la aserción de que en cierto momento -técnicamente establecido como el 31 de octubre de 1995- "Galeano se apartó de la búsqueda de la verdad real", proceder "en el que colaboraron, ya sea por acción u omisión, distintos organismos de los tres poderes del Estado, otorgándole sostén político y/o encubrimiento a su actuación irregular e ilegal".

Categórico. Resta reflexionar sobre el significado político de semejantes conclusiones, e inevitablemente debe asociarse lo sucedido con el estado general de las cosas en la Argentina de los años noventa. Corresponde a la ciudadanía, en consecuencia, la reflexión a modo de balance final, ya que poseía en ese momento la atribución de decidir por intermedio de su voto.

Mientras tanto, la impunidad seguirá asociada con la vergüenza. Y aunque no se avizoren con claridad los rumbos a seguir para revertir este agobiante presente en la investigación del atentado, sí pueden y deben sostenerse, de modo indeclinable, la voluntad de verdad y el trabajo sin pausas para obtener la respuesta.

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