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 sábado, 04 de septiembre de 2004

Un niño estuvo 6 días encerrado junto al cadáver de su abuela
Fue en San Luis. El chico, de 7 años, estaba desnutrido y deshidratado. Una asistente social escuchó sus gritos

Un niño de siete años debió soportar un encierro de seis días junto al cadáver de su abuela en una casa de San Luis, donde fue rescatado por la policía en estado de desnutrición y deshidratación. Ignacio Agustín Rosales estaba bajo la guarda de su abuela materna, Hilda Esther Rosales, de 78 años, quien tenía la costumbre de cerrar con llaves o trabas todas las puertas y ventanas de la casa.

La anciana murió, aparentemente por causas naturales, y el chico quedó encerrado en la casa sin que nadie lo socorriera, hasta que la policía pudo ingresar alertada por una asistente social.

El chico, hambriento y sediento, fue compensado por los médicos que lo atendieron, dijo Julio Quevedo, director del Complejo Sanitario San Luis.

El rescate fue posible gracias a que una asistente social se acercó en varias ocasiones, desde el viernes de la semana pasada, al domicilio de la abuela fallecida.

La mujer empezó a sospechar que algo extraño ocurría porque nunca era atendida y anteayer una vecina le comentó que había escuchado gritos de un niño y también muchos ruidos en la casa. De inmediato la asistente comunicó el hecho a la jueza María Angélica Martín y la magistrada ordenó el ingreso al domicilio de la calle Colón 246.

Un agente policial, que concurrió a la casa junto con funcionarios judiciales y la asistente social Mirta Ortega, ingresó por la parte trasera de la vivienda y pudo ver detrás de una persiana al niño, que le decía que no podía salir o abrirle porque estaba todo cerrado con llaves y cadenas.

El policía le enseñó cómo destrabar una de las persianas, pudo ingresar y rescatarlo. "La abuela, según indicó un forense, murió por causas naturales, hace cinco o seis días", .

Algunos vecinos también habían escuchado ruidos y gritos en esa casa, aunque ninguno dio aviso a la policía. El chico ingirió únicamente durante una semana agua y un pedazo de pan y dormía en un sillón en la cocina o en el suelo, según fuentes policiales.

Su madre señaló que su hijo estaba con la abuela por "un problema familiar. Ella no quería devolvérmelo y por eso tuve que recurrir a la Justicia. Vivía encerrada por temor a que fueran a sacarle a Ignacio, y también por miedo a los robos", agregó.

La asistente social fue a la casa porque debía informar a la abuela sobre una presentación judicial solicitando la restitución de su hijo. (Télam)

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La abuela cerraba siempre las puertas y ventanas con llaves y trabas.

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