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 sábado, 04 de septiembre de 2004

El humo que nos contamina

Humo y aire contaminado: volver a las leyes de Federico II. Querría invitar a nuestras autoridades a releer las disposiciones de Federico II, emperador de Roma, quien se ocupó de la indispensable pureza del aire para la salud de los habitantes. El "salubritas aeris" se mantenía por las buenas o las malas: "Si alguien contraviene, deberá depositar un augustal en nuestro palacio". Si los periodistas colaboran, podrían acercarse a las estadísticas de trastornos respiratorios y otros, debido al humo proveniente de las islas. También encontrarían datos en farmacias, sobre el consumo de budesonida, corticoide modificado utilizado para el tratamiento de estos cuadros respiratorios. Dicho sea de paso, su costo no permite el uso masivo, por lo que la mayoría apela al clásico corticoide, alterando desde el estado inmunológico y de ánimo, hasta las curvas de crecimiento en los más pequeños. A los casos de alergias, trastornos digestivos y respiratorios, se agregan las consecuencias "obstétricas" a distancia. Con efectos similares a los provocados por el humo del cigarrillo, causante de partos prematuros y bajo peso en recién nacidos, se suman algunas investigaciones que sobreviven a las presiones del mercado de consumo. Una de ellas es el estudio de la Universidad de California en Los Angeles (Ucla), publicado en el "American Journal of Epidemiology": informan que la exposición a contaminantes del aire puede aumentar al triple el riesgo de malformaciones cardíacas, según investigación realizada en 9.000 bebés de madres embarazadas que vivían en zonas contaminadas, cercanas a las carreteras de Los Angeles (EEUU), con altos niveles de ozono y monóxido de carbono en el aire. Toda la población debiera exigir a los responsables de esta grave contaminación del aire el cumplimiento del artículo 41 de la Constitución nacional

Mirta Guelman



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