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 miércoles, 14 de abril de 2004

Parecieron 9 meses
Central sufrió como nunca pero ganó y pasó

Sergio Faletto / La Capital

En los partidos ordinarios prevalecen aquellos que tienen jerarquía. Por esto ganó Central. Porque tuvo a Vitamina Sánchez. Que en el momento más complicado, cuando la desazón ya tramitaba la residencia definitiva en el Gigante, apareció el hábil volante para convertir un extraordinario golazo y sacar a su equipo del agua.

En los partidos vulgares se imponen aquellos que tienen oficio. Por esto ganó Central. Porque en su equipo estuvo Clarence Acuña, que anoche luchó, recuperó y también jugó. Sin dudas hizo el mejor partido desde que llegó a Rosario. Y con una lesión a cuestas.

En los partidos rudimentarios tienen ventaja aquellos que cuentan con experiencia. Por esto también ganó Central. Porque desde su última línea Horacio Carbonari transmitió coraje para ir a buscar la victoria necesaria.

El equipo de Russo debía ganar y ganó. El objetivo fue alcanzado. Hasta ahí todo bien. Pero en todo desenlace hay un cómo. Y es aquí donde Central convirtió a un partido de fútbol en un parto. Porque no hubiera sido exagerado que a los 28 minutos los canallas ya estuvieran tres o cuatro goles arriba del peor Olimpia que transitó por una Libertadores. Pero no. La diferencia sólo era de uno. El que hizo Claudio González a los 2'. Y si no fue superior es porque el propio Yerbatero y Cámpora se encargaron de dilapidar las ocasiones más claras que pudieron haber tenido en toda sus carreras. Un dato que no fue menor después. Fundamentalmente cuando Rodrigo López cabeceó al fondo del arco de Gaona un centro de Del Campo, tras ganarle el salto a Ferrari.

Con todo las oportunidades desperdiciadas para definir y con el empate de Olimpia, empezó una película de nervios, bronca, angustia y temor para Central. Escrita, filmada y protagonizada por los propios auriazules. Porque salvo Esteche, los guaraníes deambularon sin rumbo cierto por el césped del Gigante.

Pero en el complemento la capacidad de asombro fue desbordada por el Yerbatero y Cámpora. Es que ambos siguieron haciendo añicos cada una de las chances que dispusieron. Y aportando más páginas al libro "Una y mil formas de errar goles".

No obstante, y como lo había aseverado Russo en la días previos, este tipo de partidos decisivos se juega con la mayor cantidad posible de jugadores experimentados. Y no se equivocó. Porque fueron ellos, los de Central, quienes sacaron del sufrimiento al equipo, al cuerpo técnico y también a los hinchas.

El segundo gol auriazul partió de una torpeza rival. Porque Olimpia ejecutó mal un tiro libre en la puerta del área centralista y Ferrari capturó el rebote y a toda velocidad recorrió la recta hasta el arco de enfrente, hizo un rebaje, giró a la izquierda y le dejó la pelota a Vitamina, quien enganchó para adentro y con un derechazo impecable la colocó en el ángulo izquierdo de Aceval. Golazo. Y limpió a Olimpia.

Central ganó con angustia. Pero ganó. Y mientras espera lo que le depara el destino copero, debe escribir mil veces en los entrenamientos "no se pueden errar tantos goles".

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Vitamina le dio el triunfo a los canallas.

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