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 miércoles, 14 de abril de 2004

El pueblo canalla sufrió pero explotó en el final

Miguel Pisano / La Capital

Pocos mortales deben sufrir más en este valle de lágrimas que los canallas. Y, si no, bastaría con preguntarles a los miles y miles de canallas de cuerpo y alma que padecieron los goles malogrados anoche por el Yerbatero González, tanto los más de 35 mil que blasfemaron en el Gigante como los muchísimos más que maldijeron por televisión.

Parecía una antológica película de vaqueros en un viejo cine de barrio. El bueno sufrió como Central durante toda la noche. En realidad, pegó primero con ese buen gol del Yerbatero González en la primera pelota, pero rápidamente el héroe del comienzo se transformó como por arte cinematográfico en el villano del final con esos tres goles literalmente imperdibles. Fue realmente un vía crucis canalla. En el primero el misionero la recibió solo y se la alcanzó al arquero. En el segundo volvió a recibirla solo y la tiró arriba. Y en el tercero le erró al arco desde el área chica. Y como las malas no vienen solas, como en el tango, Olimpia pisó por segunda vez el área y Rodrigo López se transformó en el malo del film, con un buen cabezazo al segundo palo que cayó como un rayo que partió al medio la fiesta del Gigante.

La historia ganó en emoción en la segunda parte, en la que Central volvió a perderse un sinnúmero de goles más difíciles de errar que de explicar, entre los que sobresalió un mano a mano y un par de cabezazos desviados del Cabezón Cámpora.

El protagonista central contaba con todas las posibilidades como para ganar y hasta golear en pos de la clasificación a la segunda fase de la Copa, pero cada vez que llegaba al área la tiraba fuera de la pantalla. Hasta que sobre el final Vitamina coronó un gran contraataque del Loncho Ferrari con un gol de antología en el segundo palo y se transformó definitivamente en el muchachito de la película Corrió a abrazarse con los miles de canallas en el rincón de Cordiviola y Regatas, un río de lágrimas auriazules desbordó de las retinas y el Gigante rugió como un león en celo en el clásico grito de guerra para el partido del domingo, ese que ningún canalla se pierde por nada del mundo.

Así, Central malogró una decena de goles entre los villanos del Yerbatero y Cámpora y hasta sufrió a horrores con ese cabezazo en el palo de Rodrigo López, pero Vitamina se empilchó de héroe, desempolvó su viejo oficio de definidor, dibujó un gol con su sello y tituló la película del partido: La dolce Vita.

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