| miércoles, 31 de marzo de 2004 | Las causas del "cambalache" Daniel Leñini / La Capital Varios santafesinos recibieron ayer las explicaciones del operador con asiento en la Casa Rosada Juan Carlos Mazzón acerca del cambalache ocurrido durante y en los días siguientes al congreso del PJ.
Según Mazzón, quien había invitado a la mayoría de los caciques provinciales al cónclave (entre ellos Jorge Obeid), todo había sido acordado para desarrollarse sin inconvenientes: el presidente Néstor Kirchner había puesto dos condiciones: que el gobernador jujeño, Eduardo Fellner, sea consagrado presidente del PJ y el dictado de amnistía para quienes concurrieron a elecciones por afuera del peronismo.
Pero el cordobés José de la Sota, navegando sobre un clima adverso al matrimonio presidencial por el acto en la Esma el día anterior logró con su alocución voltear la amnistía y a la vez revivió la teoría de los dos demonios recordando el asesinato de José Ignacio Rucci.
Fue el principio de la discordia. Le contestó un gobernador patagónico y luego la esposa del presidente que (según narró Mazzón) cometió un error casi difícil de suponer en una senadora con la militancia de Fernández de Kirchner: sin haber pensado en Chiche Duhalde, lanzó la estocada contra las "portadoras de marido" pero para aguijonear a Olga Ruitort, la esposa de De la Sota.
Chiche lo entendió como una provocación a ella, contestó y lo ocurrido en las horas siguientes obligaron a Kirchner a redoblar la apuesta licuando las autoridades nombradas. Dejó acéfalo al partido en 48 horas y hoy decide tanto la fecha de la interna como el nombre de quien encabezará la lista única, que podría ser el suyo.
El mismo mandatario que antes del congreso había dicho "tengo problemas más importantes que resolver" y contaba nada más que con tres provincias chicas como aliadas (Chubut, Santa Cruz y Jujuy), hoy aparece decididamente asumido en la jefatura del partido. (No sólo eso: la escuela de adoctrinamiento que iba a comandar Eduardo Duhalde estaba pensada como una suerte de presidencia paralela a la de Fellner, dispuesta a intervenir cuando sobrevengan temas delicados, como la transversalidad. Hoy ni siquiera esa sombra aparece en el derrotero de Kirchner).
El ministro de Gobierno santafesino, Roberto Rosúa, evaluaba ayer ante La Capital aspectos positivos: que quedaría asegurada en adelante la coherencia entre la conducción política del PJ y el mando presidencial. Y despejada toda posibilidad de escisión entre el partido gobernante y la Casa Rosada. Estaba hablando de gobernabilidad. enviar nota por e-mail | | |