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 miércoles, 03 de marzo de 2004

Editorial
Crisis e intervención en Haití

La profunda crisis institucional que desde hace largo tiempo sacude a Haití tuvo su punto cúlmine el último domingo, cuando el presidente Jean Bertrand Aristide abandonó el país para refugiarse en la República Centroafricana, aunque la perspectiva de pacificación y de recomposición de la vida democrática sigue estando lejos. Y es que -tal como ocurrió primero en la Argentina, luego en Ecuador y Bolivia- se trata de un levantamiento popular que, con la presión internacional, logró hacer deponer un gobierno elegido democráticamente.

En Haití, Aristide había sido elegido por amplia mayoría para acabar con la exclusión crónica y las marcadas desigualdades sociales. Pero, paradójicamente, la inestabilidad generada por los reclamos no satisfechos lo llevó a conformar grupos armados para reprimir las protestas, produciendo un giro de profundo corte autoritario a su gestión. Desde luego, la indignación por la represión creó las condiciones para que sectores de centroderecha organizaran y armaran a la oposición, la cual finalmente, entró triunfante en la capital del país.

Sin embargo, quedó claro para todos los analistas que su caída fue producto de la iniciativa de la ONU, liderada por Francia, de crear una fuerza multinacional de paz para poner freno a los sangrientos enfrentamientos e iniciar una transición hacia una nueva convocatoria electoral. Inclusive, no pocos opinan que la situación en Haití sirvió para que las relaciones resentidas entre Francia y Estados Unidos, por la invasión a Irak, tuvieran una oportunidad de mejorar. Por primera vez Francia convence a Estados Unidos para cooperar en una operación internacional, diseñada en París y ajustada a derecho. La intervención será por un período de tres meses y ya tomaron posiciones los marines norteamericanos, que ocuparon el Palacio Nacional, sede del gobierno.

Argentina ha decidido no enviar tropas por el momento y esperará para ello una evaluación de los cascos blancos sobre la confusa situación que reina en el país. Aunque sí enviará ayuda humanitaria. Vale recordar que mientras la presidencia en Haití quedó a cargo del titular de la Corte Suprema de Justicia, Aristide ha denunciado que EEUU lo secuestró para montar un golpe de estado, algo que fue rápidamente desmentido por Washington, pero que agregó mayor incertidumbre.

Es de esperar entonces que las fuerzas de la ONU logren controlar la situación, saquen al país de la anarquía y ayuden a vertebrar la legitimidad de las instituciones democráticas. Un desafío que se extiende por casi todo el continente latinoamericano.

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