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 sábado, 01 de noviembre de 2003

Opinión: La política y el nombre, en ese orden

Marcela Isaías / La Capital

A medida que se acerca la fecha para que asuma el gobierno provincial electo, los márgenes para la designación del nuevo titular de la cartera educativa se achican y aumentan las expectativas sobre quién será el ministro o ministra que Jorge Obeid designará para encarar lo que él mismo definió como el eje de su gestión: la educación y devolver a los maestros su oficio de enseñar.

El dato no es menor si se considera que en los últimos 20 años el centro de la escena de las definiciones políticas pasó por el lado contable de la realidad: que "las cuentas cierren" o que "la caja esté balanceada". Mientras tanto, la escuela fue corrida de lugar, obligada a cuantificar sus resultados por el lado presupuestario y desdibujada en múltiples tareas ajenas a su mandato fundacional de educar.

Pero aunque la curiosidad esté centrada en conocer quién será el nuevo ministro, se sabe que Obeid se está dando tiempo para conocer los principales problemas de la educación santafesina y elaborando nuevas líneas de acción. Para ello dialoga con distintos representantes de la esfera educativa provincial. Así, varios directores, docentes, educadores y profesionales vinculados con el sector fueron convocados personalmente por el gobernador electo para diagnosticar el panorama educativo y evaluar salidas posibles.

El hecho no es poca cosa y por varias razones. Primero, porque señala un estilo poco conocido para los educadores santafesinos, resignados a los diálogos monosilábicos del "sí" o "no", y que en ocasiones alcanzaron un preocupante grado de autismo. Segundo, porque instala la necesidad de conocer qué pasa con la educación con los actores directos, y no de quienes permanecieron -y permanecen- horas diseñando ideas y modelos de transformación educativas para escuelas inexistentes, o bien tejiendo los más inesperados modos para permanecer anquilosados en la maraña burocrática educativa, aunque para ello recurran a discursos progresistas.

Tercero, porque en esas charlas se han debatido cuestiones clave: recuperar el lugar de la escuela como el de la enseñanza y no el de la asistencia social, la necesidad de convocar a un congreso pedagógico para definir de una vez por todas una ley provincial, acordar el estatuto del docente, revisar lo hecho con la ley federal o bien la búsqueda de cómo jerarquizar a los docentes en su tarea, por citar algunos ejemplos de importancia.

También es verdad que este diálogo previo entre el gobernador que asumirá en diciembre y los docentes implica que se quiere instalar la idea de que es necesario definir una política educativa -o al menos líneas generales para comenzar a trabajar- para la provincia antes que cerrar los nombres del titular y equipo que encabezarán la próxima gestión en la educación santafesina.

Sin embargo, claro está que esos nombres nuevos, comprometidos con la educación pública, consustanciados con la realidad de las escuelas -que las hayan caminado por dentro-, respetados por los docentes y dispuestos a romper con la inercia actual del Ministerio de Educación provincial serán una referencia ineludible a la hora de evaluar la consecuencia entre lo que se predica ahora y lo que se decida más tarde.



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