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 miércoles, 29 de octubre de 2003

Editorial
Calvario que podría evitarse

El poderío militar de los Estados Unidos fue más que suficiente para desalojar a Saddam Hussein y sus secuaces del poder en Irak. Una operación que al Pentágono le resultó sencilla y con pocas bajas entre sus soldados. Pero lo que en un primer momento pareció que era el fin de toda resistencia armada, ahora, seis meses después, se revela como el inicio de un verdadero calvario para las tropas de Bush.

Al principio fueron hechos aislados -y sin coordinación- de la resistencia pro Saddam; los recientes ataques muestran, por el contrario, que los grupos que se oponen a la ocupación tienen capacidad táctica. En las últimas 48 horas, atentados con coches bomba dejaron como saldo cerca de 60 personas muertas y 200 heridos. La inmensa mayoría de las víctimas fueron civiles iraquíes; muchos de ellos trabajaban en el Comité Internacional de la Cruz Roja. Las matanzas fueron las peores desde el derrocamiento de Saddam.

Además de una resistencia bien organizada, el otro dato distintivo parece ser que los ataques ya no son selectivos contra las fuerzas extranjeras ocupantes y amenazan por igual a todos los habitantes de Bagdad. Nunca antes, por ejemplo, la sede de una institución humanitaria como la Cruz Roja había sido centro de ataques suicidas.

Sin embargo conviene no perder de vista que, pese a esta masificación en los objetivos de los ataques, Estados Unidos ha perdido más soldados en la posguerra que durante el enfrentamiento bélico. Son 112 los soldados que han muerto en los últimos meses, una cifra largamente superior a las pérdidas registradas durante la invasión.

El presidente Bush afirmó que los atentados no van a cambiar sus planes para Irak. Pero para eso será fundamental el apoyo de la opinión pública de su país; un apoyo que ha comenzado a resquebrajarse en la medida que los principales medios de comunicación exhiben sus dudas respecto a la política implementada por la Casa Blanca en Irak. Ese humor social, con las elecciones presidenciales en el horizonte cercano, puede hacer tambalear una aventura que, seguramente, demandará muchas vidas más y un gasto irracional que se mide en miles de millones de dólares.

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