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 miércoles, 29 de octubre de 2003

Fernando Ruiz: "El debate sobre Cuba marca el límite de la democratización en Latinoamérica"
El escritor realizó una investigación in situ sobre el fenómeno del periodismo independiente en la isla

Pablo Díaz de Brito / La Capital

Fernando J. Ruiz es autor de un libro de investigación sobre el periodismo independiente en Cuba . Terminó encarcelado por los agentes de la policía política cubana, que le decomisaron todo el material grabado, "así que tendrán que creerme", advierte al inicio del libro, prologado por el célebre ex director del Buenos Aires Herald Robert Cox. A Ruiz no le resulta difícil definir cuál es el debate central en torno a Cuba, tan gravitante en América latina: "No es un debate entre izquierda y derecha, sino entre democracia y dictadura", afirma, para agregar: "No ha terminado el proceso de democratización en América latina, y Cuba es el límite mental de la democratización de la izquierda latinoamericana". Tampoco ahorra críticas a las derechas de la región ("designaban dictadura al régimen cubano pero apoyaban a las dictaduras de derecha") y a EEUU, cuyo embargo es un instrumento que "debería ser considerado delito internacional".

Ruiz estuvo en Rosario para presentar su libro, "Una grieta en la pared-Informe y testimonios de la nueva prensa cubana". La obra fue publicada en forma conjunta por la Fundación Konrad Adenauer y Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina), cuyos titulares, Hans Blomeier y Gabriel Salvia respectivamente, acompañaron al autor en su visita. Junto con Oscar Luis Ensinck y Gastón Abiad, de Acep (Asociación Civil de Estudios Populares), participaron de una disertación que brindó Ruiz en el centro cultural de la librería Ross.

-Usted dice en el libro que la transición ya comenzó, que hace 15 años que empieza a surgir con gérmenes de sociedad civil.¿No es un diagnóstico demasiado optimista? Sobre todo con lo que pasó en este año, con la peor ola represiva en décadas.

-La transición ya comenzó pero no es rápida. Un régimen policial como el construido en 45 años en Cuba ha empezado a tener grietas, que son pequeñas, pero estas ya están ahí, en la pared. Ya empieza a haber en un Estado policial algo que desmiente por completo al Estado policial: una sociedad civil independiente. Un grupo de personas, no muchas, (no más de 10.000), pero que han dado el paso de ser francamente disidentes. Donde no había nada, cero, aparece un testimonio de 10.000 personas independientes. Son pocos, pero su sola existencia cambia la naturaleza del régimen: ya no existe sólo la iniciativa estatal.

-Mientras los países europeos gobernados por socialdemócratas, como Alemania y Suecia, votaron la resolución sobre Cuba en la ONU, en América latina hay una doble moral muy fuerte: se vio con Lula, con Kirchner, con la visita del canciller Bielsa. Parece que cuesta muchísimo usar la palabra dictadura, de hecho no la usan. ¿Cómo analiza esta ceguera ética de América latina con Cuba?

-La discusión sobre Cuba en América latina ha sido fundante, tanto en los sectores de derecha como de izquierda. Cuba no es un tema de política internacional sino local. En general, los que en Argentina cuestionaban severamente y llamaban dictadura al régimen cubano, eran los que apoyaban a las dictaduras latinoamericanas de derecha. Esto ha generado una discusión entre derecha e izquierda, y en realidad la discusión sobre Cuba es una discusión sobre democracia y dictadura. No es una discusión sobre política social o económica, sino sobre los métodos para hacer política: si vamos a aceptar la cárcel, la censura absoluta, estamos de acuerdo con lo que es Cuba. Hoy seguramente hay mejores posibilidades de construir el socialismo, que tiene una tradición rica, pero el modelo que desarrolló Cuba no fue democrático. Y para la sensibilidad moderna, es inconcebible la alternativa de un Estado policial. Mi impresión es que no ha terminado el proceso de democratización en América latina. Ni las izquierdas ni las derechas están dispuestas a que la democracia sea el único juego posible. Cuando yo escucho defender el régimen cubano, que es de hecho el límite geográfico de la democracia en América latina, pienso que Cuba es también el límite mental de la democratización de la izquierda. Muchos referentes que apoyan a Cuba juegan a la democracia porque por ahora no hay alternativas mejores que propongan un desarrollo por fuera de ella. Cuba y el análisis sobre la actualidad cubana reflejan los límites de la democratización de muchos sectores en Argentina.Cuando la democracia se considera instalada,los actores principales dicen "este es el único juego que vamos a jugar". Y eso no está claro todavía en América latina. La reconstrucción de las izquierdas se puede hacer mirando hacia el futuro o hacia el pasado. Si se mira al futuro la izquierda tendrá que tener una concepción de la democracia en la que se respete la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Si la reconstrucción de la izquierda significa mirar al pasado, como en un eterno tango sobre la revolución cubana, la concepción resultante no va a respetar la Declaración y podrá decir que Cuba es una democracia, algo realmente insólito. El canciller Rafael Bielsa se perdió una enorme oportunidad cuando viajó a Cuba de recibir a los disidentes, pero tengo confianza, porque el canciller es un jurista y humanista, que no les cerrará la puerta en la cara.Junto con el Cadal (Centro para la Apertura y el Desarrollo en América Latina) hemos enviado una carta al canciller pidiendo que a las recepciones oficiales en la embajada argentina se invite a los disidentes. Como se hace en cualquier país, que una embajada invita a todos los representantes de la sociedad, no sólo a funcionarios oficiales.

-En Cuba hubo olas represivas cíclicas, ligadas a hechos históricos: la visita del Papa, ahora la guerra de Irak, que cubrió mediáticamente a la represión.

-Creo que Castro es un excelente regulador de los tiempos políticos y de los tiempos represivos, lo hace desde hace 44 años y pretende seguir haciéndolo. Pero hay un problema con los dictadores cuando comienzan a ser seniles. Los últimos años de Lenin en el poder, y lo mismo pasó con Stalin, fueron los mas represivos de todos. Uno de los problemas que existe para tratar de diseñar el día después es que, como dijo Aznar sobre la transición española, las transiciones no se planean. Me preocupa que al mundo o a las principales potencias les interesa una transición muy controlada desde arriba.

-Acá aparece el exilio, que se suele decir es parte del problema y no de la solución.

-Tengo mucho respeto por el exilio, porque es gente que perdió la patria. Pero reconozco que hay un problema muy serio de imagen del exilio por las elecciones históricas que hizo su dirigencia, que en gran medida quedó identificado con las dictaduras latinoamericanas de derecha. Pero estos dirigentes no representan a todo el exilio; en realidad lo que se ha exiliado es el 20% de la población cubana, y hay en él una enorme cantidad de opciones ideológicas. Pienso que el exilio puede acompañar, pero el eje de la transición debería ser la disidencia cubana.

-En la última represión, el papel que jugó la Oficina de Intereses de EEUU fue caracterizado como el abrazo del oso, lo que legitimó la ola represiva.

-No solamente la Oficina de Intereses, las continuas declaraciones de los funcionarios norteamericanos retrasan la transición cubana. Cada vez que hay declaraciones agresivas contra Fidel Castro, la posibilidad de formar una alianza Europa-América latina para acompañar la transición se retrasa y sube el antinorteamericanismo. Es la pelea favorita de Fidel: encontrarse solo en el ring con Bush. Lo mejor que podría hacer EEUU es retirar la Oficina de Intereses y callar a sus funcionarios por varios años. En cuanto al embargo, para mí es una clase de medida que en el futuro bien pudiera ser un delito internacional. Hay allí un chantaje, y eso no es aceptable. Ahora, cuando Fidel menciona al embargo como causa de su subdesarrollo, miente: en primer lugar, Cuba no tiene sus contactos con el mundo cerrados, de hecho vive de ellos, de su inserción internacional: sus dos principales ingresos son el turismo y las remesas de los exiliados. Un país bloqueado (término que usa para el embargo de EEUU el régimen cubano) nunca podría vivir de su inserción internacional.

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Ruiz fue detenido por la policía cubana.

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