| miércoles, 29 de octubre de 2003 | Volvieron los radares Volvieron los radares a nuestra querida ciudad, después de haber estado curiosamente ausentes en los días previos a las elecciones. Y que nadie sea mal pensado y crea en fines solamente recaudatorios. Pero en mi modesta opinión, colocar uno en bulevar Oroño, a la altura de la Sociedad Rural, hacia el sur, antes de 27 de febrero, no es para evitar precisamente accidentes. Es una calle ancha, bien iluminada, no tiene cruces excesivamente peligrosos, con una gran visibilidad. Coincide con otros lugares similares, como la calle nueva del parque Sunchales. Si alguien tuviera la estadística de accidentes en esos corredores viales, seguro debe rondar el cero. Por lo tanto, para prevenir, sin ser accidentólogo, bastaría con la presencia de un inspector municipal, para que los émulos de Schumacher bajen la velocidad, que por otra parte es lo que hacemos quienes vamos todos los días por esos lugares y conocemos el tema radares. Solo cazan inocentes a más de 60 kilómetros por hora. A lo mejor me equivoco porque quiero prevención y otros deben querer multas. Mientras tanto, en toda la ciudad el doble estacionamiento pulula, aumentan las bicicletas pasando semáforos o en contramano, así como los mensajeros a toda velocidad y sin cascos. También siguen los vehículos en pésimas condiciones, sin luces, ni frenos, con la misma posibilidad de circulación de aquellos que cuidamos eso no pase. En fin, a lo mejor sigo pecando de utópico, pero los hospitales reciben heridos no precisamente de los lugares donde colocaron radares.
Roberto Feldman
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