Néstor Kirchner juró ayer como el presidente número 53 por un mandato que culminará el 10 de diciembre del 2007, y prometió un gobierno con el sello del cambio, el fin de la impunidad y de un sistema nacional de salud y educación, en medio de una fiesta popular que se desplazó por las calles del centro de la ciudad e invadió la Plaza de Mayo.
"¡No me defraude!", se escuchó cuando Kirchner rompió el protocolo al bajar del automóvil que lo llevó hasta la Casa Rosada y se dirigió a la gente que se agolpaba en las vallas de la explanada de la sede gubernamental, oportunidad en la que se abrazó y lloró junto a sus inesperados adherentes.
Kirchner pareció blanquear ayer, con el fervor popular que superó cualquier tipo de expectativas, su llegada al poder sin la segunda vuelta prevista para el 18 de mayo pasado, elección que se frustró por la deserción de Carlos Menem, quien también faltó a la asunción.
La llegada al recinto legislativo estuvo signada por los empujones, algo que después se repitió cuando bajó del automóvil.
La gente se volcó a las calles para cumplir con la trayectoria del presidente, desde el Congreso hacia la Casa de Gobierno, mientras el flamante primer mandatario sacaba medio cuerpo por la ventanilla del Laguna azul que se desplazaba a paso de hombre.
El acto de asunción estuvo signado por el atípico hecho de que no sólo la jura ante la Asamblea sino también el traspaso del poder con la simbólica entrega del bastón de mando y de la banda presidencial se realizó en el recinto de la Cámara baja, vestido de gala al igual que todo el Palacio para encarar la jornada.
Para los aplausos
El santacruceño recibió los atributos presidenciales por parte de su antecesor, Eduardo Duhalde, y luego pronunció un mensaje que se extendió durante 50 minutos y que fue interrumpido 49 veces por los aplausos de los presentes, algunos promovidos desde el palco y otros de las bancas. Su discurso fue seguido con atención por los doce mandatarios y el príncipe de Asturias, Felipe de Bordón, que asistieron al traspaso del mando, entre los que se encontraban los jefes de Estado de Cuba, Fidel Castro; de Venezuela, Hugo Chávez, y de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva.
A la ceremonia también asistieron el ex presidente Raúl Alfonsín, los gobernadores Carlos Reutemann (Santa Fe), Rubén Marín (La Pampa), Felipe Solá (Buenos Aires), José Manuel de la Sota (Córdoba), Sergio Montiel (Entre Ríos), Oscar Castillo (Catamarca), José Luis Lizurume (Chubut), Jorge Sobisch (Neuquén), Eduardo Fellner (Jujuy), Carlos Manfredotti (Tierra del Fuego), el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra; y el intendente rosarino Hermes Binner, entre otros.
En este marco, la insistencia del flamante presidente en la propuesta de construir un "proyecto nacional" y de mirar al mundo "en argentino" resonaron con fortaleza en las paredes del recinto del Congreso.
La senadora Cristina Fernández de Kirchner desde su banca y su hija Florencia y la madre del primer magistrado, María, desde el palco, siguieron las alternativas de la ceremonia y se unieron en varias sonrisas cuando el flamante presidente revoleaba el bastón de mando en un intento por mostrarlo al público, aunque en verdad apareció como un bastonero.
"El delito es delito, sea de guante blanco, sea de naturaleza común, sea de mafias organizadas", remarcó Kirchner mientras era ovacionado por la Asamblea.
En el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, en un improvisado discurso después de tomar el juramento a sus ministros, Kirchner dijo: "Somos sus servidores. Yo y quienes me acompañan seremos sus servidores, hombres comunes con responsabilidades importantes".
Dijo que cuando realizó la trayectoria del Congreso hacia la Casa de Gobierno, sintió junto a su esposa la misma emoción que hace treinta años, cuando se produjo la llegada al poder de Héctor Cámpora. "Yo estaba en esta Plaza de Mayo para apoyar el nuevo gobierno". Puertas afuera, unas 15.000 personas aguardaban el saludo del flamante presidente.
Finalmente, sentenció: "Es la oportunidad de la transformación, del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro".