Christoph Driessen
Londres. - Arthur Valerian Wellesley, octavo duque de Wellington, conquistó Bagdad una vez. En 1941 el oficial hoy de 87 años avanzó con las tropas británicas y expulsó al gobernante Rashid Ali el Gailani, aliado de los alemanes. El duque está convencido de que la batalla por la capital iraquí no será muy cruda: "Entonces también hubo pomposas declaraciones de Bagdad, pero apenas los bombardeamos desde las afueras ya fue suficiente para ellos". El comando aliado no comparte las apreciaciones de Wellington y cree que tomar Bagdad será muy difícil. La pesadilla de los británicos y estadounidenses son largas luchas callejeras. En opinión de un coronel norteamericano, hay que imaginarse estos combates como "una riña a puñaladas en una cabina telefónica". El redactor en jefe de la revista especializada británica Jane's Defence, Charles Heyman, recuerda el terrible escenario de Berlín en 1945. "Las cicatrices aún son visibles hoy", escribe. Otro ejemplo aterrador es la capital chechena, Grozny, destruida en gran medida en la guerra. Expertos militares israelíes mencionan asimismo el caso de Jenín, donde 150 palestinos con armas ligeras pero decididos lograron resistir hace un año once días y mataron a 23 soldados. En los combates callejeros, los aliados perderían gran parte de su superioridad técnica. Muchas de sus armas no podrían ser usadas, aunque llegaría la hora en cambio del "ojo de dragón", un avión en miniatura que espía en las esquinas de los edificios y advierte a los soldados de una posible emboscada. Según una estrategia desarrollada por los británicos en Irlanda del Norte, la ciudad no se considera como un único objetivo militar a tomar, sino que se divide en pequeñas unidades como bloques de viviendas, calles o incluso algunos edificios específicos. Cada unidad es conquistada y asegurada por las fuerzas. La parte de dejar asegurado el objetivo es esencial para evitar que el enemigo ataque por detrás. Es decisivo realizar lo más pronto posible buenos contactos con la población, explica el experto Garth Whitty del Royal United Services Institute al diario The Guardian. "La ciudad es vista como un tablero de ajedrez", señaló, y se requieren paciencia y tranquilidad. Más rápida pero también más riesgosa es la estrategia del "dominio elegido", según la cual las unidades especiales como los soldados de elite británicos SAS entran a Bagdad y ocupan puntos de gran importancia estratégica. Sin embargo, permanecen sin tener la espalda cubierta frente a un número desconocido de combatientes enemigos. Una variante podría ser entrar con tanques por las avenidas hasta el centro de Bagdad, en la esperanza de que una demostración de fuerza así desmoralice a las fuerzas de Saddam Hussein. Tanto una cosa como la otra son muy peligrosas. Martin van Creveld, un estratega militar de la universidad hebrea de Jerusalén, advierte: "La resistencia que enfrentamos en Jenín y en Gaza no es nada comparada con la que espera a los estadounidenses". (DPA)
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