José M. Petunchi / Ovación
Uno se retiró bajo una ovación cuando fue sustituido, el otro -que jugó los 90 minutos- pasó casi inadvertido. Así de contrastantes resultaron los debut de Walter Silvani y Julián Kmet. El delantero, a quien la producción ofensiva del equipo no lo ayudó demasiado, mostró mucho empeño y sacrificio y estuvo cerca de gritar en la única chance clara de gol que tuvo en los 87 minutos que estuvo en la cancha. Por eso cuando el Bambino lo reemplazó por Fernández se llevó una merecida ovación, que fue acompañada con el "Cuqui, Cuqui..." que bajaba de las tribunas. Lo de Kmet, por su parte, fue bastante más discreto. Y si bien le tocó lidiar con Coudet, una de las figuras de este River del cuestionado chileno Pellegrini, mostró voluntad pero su aporte fue muy escaso y se perdió en la intrascendencia. El aplauso final que se llevó el Cuqui está intimamente relacionado con el sacrificio que mostró durante los minutos que jugó, en los que, más allá de la lógica falta de ritmo, se esforzó para pelear cada pelota, para morder en la salida y transformarse en el primer defensor leproso. Se movió bien de espaldas al arco, sobre todo cuando tuvo espacios en el complemento, y si su aporte en ofensiva no fue más determinante es porque fue poco asistido por sus compañeros, a quienes les costó hilvanar juego asociado. Esto, sin embargo, no le impidió estar de cara al gol en el inicio del cotejo, cuando Adinolfi sacó un tremendo zapatazo casi desde 30 metros que sorprendió al dubitativo Comizzo, que dio rebote pero que reaccionó a tiempo para taparle el zurdazo al Cuqui cuando se aprestaba a sentenciarlo. "Estoy contento porque prácticamente terminé el partido, cosa que pensé que no iba a poder hacer por lo físico", sentenció Silvani a modo de balance. "Futbolísticamente me sentí bien por ser el primer partido, aunque me falta ritmo", razonó el Cuqui". El delantero también se mostró muy feliz por el reconocimiento que le tributaron los rojinegros: "Para la gente sólo tengo palabras de agradecimiento, porque apoyaron en todo momento y conmigo se portaron muy bien". Sobre el hecho de haber enfrentado al club en el que nació futbolísticamente, con sinceridad señaló que "la verdad es que no me preocupaba la reacción de la gente de River. Para mí no fue especial". En lo que tiene que ver con Kmet, el volante no tuvo un buen rendimiento, fue pura voluntad y sacrificio pero le costó meterse en el ritmo y el funcionamiento del equipo, no aportó demasiado en la contención y casi nunca fue salida por su lateral. Como atenuante hay que recordar que sólo tuvo tres prácticas con el equipo. También que le tocó lidiar con Coudet, uno de los jugadores más importantes de este River. Y ahí fueron más las veces que perdió que las que ganó. Tiene el crédito abierto, porque es un jugador que tiene que dar mucho más.
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