El bosque estuvo semiinundado, brumoso y con lluvia intermitente. Fue el domingo perfecto para no ir a la cancha a ver fútbol. Y la mayoría de los habituales sacrificados hinchas lo entendió así. Hubo menos de 5 mil personas en el estadio de Gimnasia.
Los leprosos vienen sufriendo una performance pobre del equipo, pero ayer contaban con un incentivo especial: un nuevo técnico, muy relevante -famoso-, iniciaba otro sueño de triunfos. Sin embargo la sudesteda implacable en una amplia zona del país seguramente le quitó las ganas a más de uno. Con el sol brillando algunos más se hubieran animado a ir a ver qué pasaba con el nuevo Newell's del Bambino. Sólo un núcleo duro -entre 100 y 200 hinchas- de la barra leprosa llegó a pisar la remozada tribuna visitante de la cancha en el bosque plantense.
Y además el Día de la Madre, una costumbre argentina cada año más arraigada, que compite y gana con cualquier plan futbolero que se le oponga.
Despliegue generoso de banderas
El entusiasmo del grupo leproso y el despliegue de banderas fue amplio y generoso como de costumbre. Sin embargo, las energías se apagaron con el rendimiento en declive del equipo del Parque.
Y todo concluyó con una retirada silenciosa y apurada. Dejar a la vieja sola, hacer 750 kilómetros de ida y vuelta, mojarse, y encima perder sin merecerlo fue demasiado castigo.
Pero se sabe, la pasión siempre vuelve, la revancha queda a la vuelta de la esquina y la etapa del Bambino Veira en el equipo del Parque recién se empieza a escribir.
La hoja está en blanco y Newell's Old Boys sufrió un tropezón en una tarde para empezar a olvidar rápido.