El gol de tiro libre de Ponzio en la agonía del partido sirvió para apagar el incendio. Fue suficiente para acallar los insultos que bajaban de las tribunas y la indignación de la gente, que a esa altura de impotencia y desazón se había transformado en bronca y calentura. Pero de ninguna manera alcanza para aventar los fantasmas que se ciernen sobre el rendimiento del equipo y, muy especialmente, sobre la continuidad del cuerpo técnico. Ayer las cartas estaban echadas, Newell's necesitaba como el agua una victoria para recuperar la confianza y ratificar a su técnico en el cargo. Sin embargo, por la manera en que se dieron las cosas, el empate por el que no hizo demasiado ante un limitado Lanús (2-2) le otorgó un poco de oxígeno pero no alejó los males que viene padeciendo este equipo luego de la derrota en el clásico.
Las pinceladas del partido fueron bastante diferentes a las imaginadas. Porque ayer, al margen de las declaraciones de ocasión, los dirigidos por Zamora carecieron de actitud para afrontar una situación harto comprometida. No tuvieron la enjundia ni el empuje ni la convicción necesarias para buscar el resultado que tanto necesitaban. No fueron los mismos que ante Boca y ni la sombra de lo que mostraron ante San Lorenzo en buena parte del encuentro. De hecho, salvo esa ráfaga de coraje que tuvieron casi en el final de la etapa, cuando Domizi estampó el gol y unos minutos después del penal malogrado por el propio Pájaro, el equipo parecía anestesiado, maniatado, como preso por la circunstancia. No respondía a ningún estímulo ni siquiera al canto hiriente que bajaba desde la popular y que clamaba "pongan más huevos...".
A esa altura, y tras una media hora patética, en la que Lanús manejó la pelota al principio y después pareció sentirse cómodo en la mediocridad del partido, el ex canalla Bustos Montoya facturó el primero y dejó boquiabiertos a los leprosos. Y ni que hablar cuando Rodrigo Mannara -junto con Salomón un problema por la izquierda de la defensa- les dejó un nudo en la garganta cuando corrió casi 40 metros y su remate se estrelló en el segundo palo de Passet.
La desazón de los rojinegros se transformó en calentura cuando el Tati Bustos Montoya marcó el segundo y le agregó leña a la caldera que a esa altura era el Coloso. De esa manera, la mejoría que había mostrado el equipo en el inicio del complemento, cuando se mostró más incisivo y tuvo una cuota más de fútbol con la aparición de Elvio Martínez, resultaba poco consistente.
El gol que desperdició el pibe Saucedo, cuando cabeceó en el área un tiro libre de Ponzio, incrementó el malestar. Pero apareció el mismo Ponzio y apagó el incendio en el momento justo, aunque habrá que esperar para ver si alcanzó para alejar los fantasmas que se ciernen sobre el futuro del técnico.
Síntesis
Newell's 2: Passet 5; Domínguez 4, Grabinski 5, F. Crosa 5 y Adinolfi 4 (72' Saucedo); Belluschi 4, Ponzio 5, Grech 3 (46' Sacripanti 5); Manso 5; Rosales 5 (50' E. Martínez 5) y Domizi 6. Suplentes: Palos y L. Fernández. DT: Julio Zamora.
Lanús 2: Flores 6; S. García 5, Galván 5, Alessandria 5 y Eros Pérez 5; Salomón 6, Carboni 5 e Iribarren 5; C. Moreno 6; Bustos Montoya 7 y Mannara (82' Risso). Suplentes: Pezzutti, J. Almirón, Hoyos y Galetto. DT: Osvaldo Sosa.
Cancha: Newell's.
Arbitro: Fabián Madorrán (3).
Goles: 32' y 70' Bustos Montoya (L); 38' Domizi (NOB) y 90' Ponzio (NOB).
Amonestados: Iribarren, García y Moreno (L).
Incidencia: 40' Flores (L) le atajó un penal a Domizi (NOB).