Mauricio Tallone / La Capital
A Central le hicieron tomar de su propia medicina. Olimpo lo bajó de la punta del Apertura con autoridad y con las mismas herramientas que unas semanas atrás el equipo del Flaco Menotti había utilizado para escalar hasta la cima. Si bien una derrota nunca es bienvenida, a veces un cachetazo a tiempo permite retomar un camino. A veces dejar tres puntos cuando no se lo merece abre más la cabeza que llevarse uno a casa sin haber hecho demasiado por conseguirlo. Central se plantó en Bahía Blanca con la plena intención de chapear al adversario con su aureola de equipo asesino en el área de enfrente. Pero no sólo le salió todo al revés sino que se encontró con un rival que en vez de obsequiarle la iniciativa se encargó de echar sal a las heridas que mostró su fútbol. Entonces el Pinito Mas se deglutió de movida al protagonismo de Vitamina Sánchez y la dupla Carrario-Abaurre dijo presente para poner de rodillas a una defensa que hasta ayer nunca le habían copado la parada. Hasta ahí nada de otro mundo. Once voluntades que aprovecharon con creces el envión del comienzo del partido ante otras que siempre dieron la sensación de lucir timoratas y erráticas por donde se las mirara. Por eso los locales no se quedaron en ese intento, al contrario, siguieron prevaleciendo en el campo en base a juego corto y moviendo al rival hasta encontrarle el hueco para someterlo. Con esa sintonía se consumió el primer tiempo. Mientras Central daba vueltas perdiéndose en lo infructuoso de su vocación de ataque, Olimpo le toqueteaba la pelota faltándole el respeto. Para Menotti su equipo se miró en el espejo del buen funcionamiento recién en el segundo tiempo. Es acertada la defensa del Flaco, su deber como conductor es resguardar al equipo pese a todo. Aunque la realidad indique que sus dirigidos en ese lapso del partido sólo atinaron a desenfundar el orgullo y tratar de cambiar una historia que siempre les fue esquiva. Los canallas no sólo cayeron rendidos en el resultado, sino que merecieron perder porque Olimpo supo tomar nota de sus virtudes y simplemente las imitó.
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