Yakarta, Indonesia. - Los ataques de EEUU y Gran Bretaña en Afganistán generaron muestras de apoyo en Europa y diferentes reacciones en el mundo árabe, donde en algunos países se profundizó la división entre gobernantes y gobernados. Mientras los aliados apoyaban la dura respuesta militar contra el terrorismo, algunos líderes musulmanes señalaron que Washington desempeñaba ahora el papel de terrorista.
La policía paquistaní se enfrentó ayer a miles de furiosos manifestantes antinorteamericanos, mientras en el mundo musulmán se repetían los llamados a una guerra santa contra EEUU tras los ataques a Afganistán. Mientras que Washington y sus aliados insistían en que la guerra contra el terrorismo no es una guerra contra el Islam, militantes islámicos desde Europa hasta Asia parecían prepararse para la lucha.
En la ciudad paquistaní de Quetta, miles de manifestantes gritaron "Muerte a América", incendiaron una oficina de la ONU, dos cines -que proyectaban películas estadounidenses-, tiendas, un banco, coches y una oficina de la agencia central de investigaciones paquistaní. Y en otras ciudades paquistaníes también salieron a las calles manifestantes con fotos de Osama Bin Laden, el sospechoso de organizar los atentados suicidas del 11 de septiembre en EEUU. En Quetta, un manifestante murió y varios resultaron heridos.
En Egipto, más de 20.000 estudiantes se manifestaron contra los ataques lanzados por EEUU y Gran Bretaña sobre Afganistán. En India, que tiene una de las mayores poblaciones musulmanas del mundo, el líder de la principal mezquita dijo que llamaría a los 120 millones de musulmanes del país a dar apoyo moral, no bélico, a una guerra santa contra EEUU. En el Estado hindú de Cachemira, mayoritariamente musulmán, cientos de manifestantes condenaron los ataques gritando "la superpotencia es Alá. Guerreros afganos, estamos con vosotros".
Aliado inseguro
El apoyo islámico es crucial para el éxito de la guerra lanzada por EEUU contra el terrorismo, ya que Afganistán está rodeado principalmente por países musulmanes, dicen los analistas. En Pakistán, considerado el aliado más vital pero también más incierto de Washington, el presidente Pervez Musharraf dijo que estaba seguro de que las autoridades contendrían las protestas.
En Indonesia, el mayor país musulmán, un pequeño pero estridente grupo de militantes islámicos amenazó con perseguir a extranjeros y destruir oficinas. Y otros grupos minoritarios llamaron a la guerra santa contra EEUU. El gobierno secular indonesio dijo que seguía los ataques a Afganistán con "gran preocupación" y que deberían evitarse víctimas civiles. En Malasia, mayoritariamente musulmana, tanto el gobierno, feroz crítico de Occidente, como la oposición, condenaron los ataques, afirmando que causarían muertes de inocentes. En Gaza hubo violentas protestas antinorteamericanas, con tres muertos.
La ira musulmana podría ir en aumento en los próximos días a medida que continúen los ataques y se produzcan más víctimas civiles, señalan analistas. El canciller iraquí, Naji Sabri, señaló que los ataques occidentales habían puesto a varios países musulmanes "al borde de una guerra lanzada contra países islámicos".
En cambio, la ofensiva en Afganistán recibió amplio respaldo en Alemania y Francia, dos aliados clave de Washington en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otán), que junto con Canadá y Australia han ofrecido apoyo militar si es necesario. En España, el portavoz del gobierno Pío Cabanillas dijo que Madrid estaba "absolutamente lista" para que sus militares adoptasen un papel más activo en el caso que eso sea solicitado. Añadió que España enviaría dos fragatas al este del Mediterráneo. Los líderes en Polonia, Noruega y Eslovaquia expresaron también su apoyo. (Reuters y AP)