Año CXXXIV
 Nº 49.142
Rosario,
sábado  09 de
junio de 2001
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Venta de armas. La detención de Menem alteró la fisonomía del lugar
Don Torcuato, una localidad que pasó de la paz a la locura
Muchos vecinos se quejan de la "invasión" de la prensa y del entorno menemista: "Queremos que se vaya"

"Queremos que se vaya del barrio. Es persona no grata, estamos juntando firmas para que se vaya de acá". Los gritos eran de Adela, una jubilada de 72 años que se pasea por la puerta principal de una lujosa casa de campo en la localidad de Don Torcuato, 35 kilómetros al norte de Buenos Aires, donde está detenido el ex presidente Carlos Menem, en compañía de su nueva esposa, Cecilia Bolocco.
"Este nos rompió la paz, ahora vendrán afanadores con el pretexto de verlo", aseguró Adela.
Menem eligió guardar prisión domiciliaria en la cómoda estancia que tiene Armando Gostanián en Don Torcuato, de casi una hectárea de superficie, donde la piscina y los jardines llenos de flores y de árboles crean un clima bucólico, de distensión.
Sin embargo, al igual que Adela, buena parte de los habitantes de la zona no desea que permanezca allí el ex presidente detenido como sospechoso de liderar una banda de funcionarios que vendió ilegalmente armas a Croacia y Ecuador. "El barrio era tranquilo, ahora las cosas están revueltas, queremos que se vaya", agregó Teresa, otra pensionada.
Para los lugareños, la vida les cambió casi como por arte de magia. La calma quedó en el olvido en cuestión de horas. El lugar está ahora lleno de policías, custodios privados, prensa, vendedores ambulantes y curiosos. "Ahora el paseo obligado para el fin de semana será venir a Don Torcuato a ver la cárcel de Menem", se quejó Teresa, mientras se acomodaba la bufanda.
Para unos pocos, la presencia de extraños se convirtió en un beneficio. Adrián, un vendedor de café, descubrió una veta para su negocio. "Pensé que deben tener hambre los muchachos de la prensa y vine con mi negocio", aseguró, mientras un vecino arribaba con dos caballetes y un tablón, dispuesto a vender tortas, gaseosas y café.
En las cercanías de la quinta se suscitaron también discusiones entre seguidores y detractores del ex presidente, aunque no pasaron a mayores.
A los periodistas argentinos, que hacen guardia para permanecer las 24 horas fuera de la quinta, se les han sumado colegas de todos lados del mundo, especialmente de Uruguay y Brasil. Tampoco faltaron numerosos medios chilenos, que desde un primer momento siguieron de cerca todas las alternativas de la detención de Menem.
En medio del inusual despliegue periodístico, llamó la atención la llegada de dos grúas para sortear los obstáculos visuales, mientras se esperaba también el arribo de alguna otra motoelevadora.
"Ya hay cuatro detenidos, y tené la seguridad de que van a caer más", afirmó Adela, sumamente interiorizada en el curso de la causa por la venta ilegal de armas. Mientras la vecina se perdía bajo los árboles que rodean la jaula de oro del ex mandatario, Teresa no dejó pasar otro de los motivos por los que no quiere a Menem detenido en la casa de Gostanián: "Don Torcuato es zona radical. No queremos a los peronistas".


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