Año CXXXIV
 Nº 49.142
Rosario,
sábado  09 de
junio de 2001
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La protesta de Moyano. La falta de transporte condicionó la jornada laboral
El paro se vio en el centro rosarino pero tuvo poca fuerza en los barrios
No hubo clases, muchos negocios abrieron y los bancos trabajaron a puertas cerradas. Disgusto de la gente

lucas ameriso
La Capital
La medida de fuerza impulsada por la CGT disidente tuvo un acatamiento dispar en Rosario y en la provincia de Santa Fe. Así lo confirmó el ministro de gobierno, Angel Baltuzzi, quien consideró que el paro "tuvo incidencia en el centro rosarino, algo menos en la capital provincial y poco en el interior santafesino". En tanto, el ministro del Interior, Ramón Mestre, estimó que la adhesión de la gente a la huelga "estuvo en alrededor del 20 por ciento". En la ciudad, los supermercados, fábricas e industrias trabajaron casi con normalidad, mientras que la falta de transporte urbano de pasajeros generó un efecto directo en las escuelas y universidades, que estuvieron vacías. Los piquetes de los mercantiles contra los hipermercados que abrieron sus puertas al público contaron con poca concurrencia y no se registraron incidentes, mientras que los bancos recibieron a sus clientes pero a puertas cerradas. En los barrios, la protesta tuvo escasa repercusión. Las pilcherías, supermercados, granjitas y ferreterías estuvieron a full durante toda la jornada. En las calles, muchos rosarinos revelaron su bronca contra el camionero Hugo Moyano.
Rosario no amaneció como un viernes cualquiera, pero tampoco se transformó en la capital del paro, pese a que algunos dirigentes sindicales así lo habían vaticinado.
El propio Baltuzzi precisó: "El paro tuvo incidencia en el centro de Rosario, algo menos en Santa Fe y poco en el interior de la provincia, por lo que su acatamiento fue claramente dispar".

Rechazo en fábricas e industrias
Voceros de la automotriz General Motors confirmaron que su planta, ubicada en Alvear, operó sin inconvenientes durante toda la jornada, mientras que desde la fábrica siderúrgica Sipar, radicada en Pérez, se aseguró que la jornada transcurrió "sin problemas". Allí, como en muchos otros lugares, el personal llegó a la firma a través de remises o colectivos.
Los frigoríficos de la zona trabajaron con normalidad. Sólo se registró un piquete en la puerta del Swift, que no produjo mayores consecuencias.
El presidente de la Cámara de Supermercadistas, Roberto Lazzaro, consideró que la protesta tuvo un leve impacto en el sector. "Fue un viernes casi normal, la gente se volcó a los comercios y se llegó a un 70 por ciento de las ventas de un día ordinario", indicó el directivo.
El titular de la Asociación Empresaria de Rosario, Elías Soso, expresó su disconformidad con la medida impulsada desde la CGT disidente, al asegurar que "estos paros sin consenso producen desgaste y bronca en los comerciantes, a punto tal que muchos negocios de los barrios se decidieron a abrir sus puertas". Asimismo, el dirigente empresarial arremetió contra el camionero Moyano, y lanzó: "A las grandes multinacionales que quisieron agredir no les movieron un pelo, mientras que las pymes se perdieron un día de recaudación".
Otro sector empresarial que repudió la huelga sindical fue la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe) al expresar en un comunicado que "la situación que atraviesa el país no se soluciona con paros, sino con más producción".
Los bancos aplicaron una modalidad recurrente en las últimas medidas de fuerza. Las casas de crédito atendieron a sus clientes, pero a puertas cerradas. La Unidad Regional II dispuso un importante refuerzo policial durante horario bancario.

Pesó la falta de transporte
La otra cara de este paro la definió la falta de transporte de pasajeros, tanto de corta y media como de larga distancia.
Las aulas de las escuelas y universidades estuvieron vacías, pese a que muchos docentes -ante el temor de perder el presentismo- estuvieron en sus puestos de trabajo.
La fisonomía del microcentro también acusó el impacto, ante la ausencia de colectivos. Muchos locales permanecieron cerrados durante toda la jornada, y la peatonal Córdoba mostró una postal atípica: en vez de los habituales personajes de la city, se hicieron presentes algunas familias con chicos en bicicletas.
Los tradicionales bares del centro se convirtieron en el lugar de encuentro ideal para desmenuzar la convulsionada actualidad nacional.
Muchos teenagers, por el contrario, optaron por ir a los shoppings de calle Córdoba, que permanecieron abiertos mañana y tarde.
Ya en los barrios, el acatamiento a la huelga fue considerablemente menor. Por la mañana, las granjitas, ferreterías, panaderías, bares y pequeños súper recibieron la habitual visita de sus clientes.
Una recorrida hecha por La Capital encontró a muchos negocios de la zona norte cerrados, pero varias casas de electrodomésticos, supermercados, perfumerías y entidades bancarias abrieron al público. La misma disparidad se percibió en barrio Echesortu.
En zona sur, la mayoría de los comercios (concesionarias de autos, pilcherías y farmacias) trabajaron normalmente. Incluso, varios vecinos se apostaron en mesitas a la calle, para degustar un helado al paso.
Por la tarde, las sucursales de los hipermercados explotaron de gente. A punto tal que en el Coto de Presidente Roca y 3 de Febrero no había lugar para estacionar el auto. Entre la nube de changuitos y bolsitas de supermercado, dos mujeres despotricaban contra "el paro de Moyano". El disgusto por esta medida fue generalizado, al punto de convertirse, junto con la detención del ex presidente Menem, el resultado de Central y la cirugía del presidente Fernando De la Rúa, en uno de los temas del día.



Por la tarde los negocios abrieron sus puertas.
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