Se acabó la ansiedad: Boca se consagró campeón del Apertura, al vencer a Estudiantes por 1 a 0 con gol de Matías Arce a los 19 minutos del segundo tiempo, y logró el tercer título bajo la conducción de Carlos Bianchi.
Por eso no importó que Héctor Veira pagara la cuenta pendiente de 1997 con la hinchada de Boca y le regalara desde Lanús lo que el equipo de Bianchi no podía conseguir en una Bombonera a pleno: la victoria que le asegurara el campeonato.
Tampoco interesó que Newell’s, tal como manda la historia de Talleres en este Apertura (le cuesta horrores ganar fuera de Córdoba), tumbara al conjunto cordobés.
Boca trató de imponer su habitual dominio desde el comienzo del partido, pero Estudiantes lo sorprendió presionando en el propio campo del local.
En un primer tiempo de ida y vuelta hubo tres situaciones claras: a los 11’, luego de un pase de Riquelme por la izquierda, Palermo remató de media vuelta, de derecha, y la pelota, después de rebotar en Quatrocchi, fue despejada casi sobre la línea por Azconzábal.
A los 25’ Córdoba desvió con esfuerzo sobre la base del palo izquierdo un cabezazo de Farías, después de un córner corto de Pompei desde la derecha.
En tanto, a los 41’, Guillermo sorprendió con un zurdazo desde la izquierda, luego de un pase largo de Riquelme en un tiro libre. El remate del Mellizo pegó en el travesaño y se fue por encima del arco.
Antes, a los 17’, Guillermo envió un centro desde la derecha y Palermo cabeceó desviado. A los 27’ otra vez Palermo terminó mal una jugada que inició Ibarra por la derecha.
Mientras Guillermo, con Riquelme bien controlado por Zapata, pareció encontrar su lugar sobre el final a espaldas de Bezombe, de buen primer tiempo, Estudiantes lastimó por el sector defensivo tan cuestionado de Boca: el de Matellán y Fagiani.
En el arranque del segundo tiempo y para no quedar con un hombre menos, Bianchi decidió sacar a Gustavo Barros Schelotto, quien se mostró muy nervioso en el primer período, sin poder ocultar su pasado tripero.
Y Boca encontró en Arce, sin brillar, a un jugador que ocupó criteriosamente el sector derecho del ataque y la llave de un nuevo título.
A los 19’, luego de un taco de Guillermo por la derecha, remató de derecha al primer palo y la pelota se le escurrió entre las piernas a Tauber.
Estudiantes, más retrasado, buscó con pelotazos a Galletti y Farías, desconectados del resto, mientras que Pompei se olvidó de que por la derecha había hallado un sitio propicio para abastecer a la ofensiva.
A los 40’, un desborde de Galletti por la izquierda terminó con un cabezazo de Cejas que se fue alto.
Pero Boca, con la diferencia lograda, se permitió repasar algunas jugadas lujosas de éxitos no tan pasados, y reguló el manejo frente a la impotencia visitante.
Y Serna se erigió en el jefe del mediocampo. Y Riquelme pisó la pelota como sólo él sabe hacerlo, para guardar bajo sus botines su quinto título oficial. Y Guillermo intentó, aunque infructuosamente, desbordado por sus ganas de hacerle un gol a Estudiantes.
Y Palermo preocupó con su presencia al fondo pincha. Y Basualdo apeló a su oficio de mil batallas para disimular su discreta producción.
Y Boca, aunque provisto de un traje mucho más humilde que el de otras jornadas de gloria, gritó tal cual acostumbra: ¡Campeón! Y eso que ni siquiera le hacía falta empatar.