Año CXXXVII Nº 49610
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Opinión
Información Gral
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Escenario
Educación
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 23/09
Mujer 23/09
Economía 23/09
Señales 23/09
Educación 22/09
Página Solidaria 19/09
Estilo 01/09

contacto

servicios
Institucional


 sábado, 29 de septiembre de 2007  
Viajeros del Tiempo
Rosario 1905/1910

Guillermo Zinni / La Capital

en el Rosario. Hacía ya tiempo que las sombrías celdas del departamento central de policía no se veían “honradas” por un huésped de tanta valía como el capturado ayer en la casa de pensión de la calle Paraguay 254. Se trata del súbdito norteamericano Ross W. Douglas, natural de Illinois, acusado en Chicago de haber realizado una estafa por la suma de 500.000 dollars. Hace seis meses la policía norteamericana hizo circular por las cinco partes el globo -que entre policías se entienden- el retrato y los datos filiatorios de este sujeto, quien se había fugado bajo el seudónimo de W. D. Wisdom en compañía de cierta damisela de vida airada llamada Birdil Maloney. Ese informe describe con asombrosa minuciosidad sus rasgos fisonómicos y sus hábitos y costumbres, hasta la manera de sentarse, de pararse, de sostener el cigarrillo, de alisarse el cabello, etcétera. Registrado Buenos Aires hasta sus últimos rincones, fue enviado desde esa ciudad al Rosario el empleado Julio D. Garibalino, quien luego de recorrer todos los establecimientos públicos logró dar con la pareja en la casa de pensión arriba mencionada. El tan buscado yankee se había convertido en un pacífico empleado de los ferrocarriles fusionados y vivía aquí desde hacía dos meses en compañía de su cara Maloney, con quien hasta era estimado en la colectividad por su porte distinguido y su educación nada comunes. Una vez detenido, se dejó llevar al departamento de policía con total tranquilidad, con una sonrisa en los labios y una espléndida pipa de espuma culotada entre los dientes. Hoy, Birdil Maloney sigue en el infortunio a su amante, como lo siguió a través del mundo cuando juntos disfrutaron de los dollars mal adquiridos, quizá, para satisfacer femeniles caprichos. Una cortesana que después de haber desplumado a su amante no olvida los favores recibidos y no lo abandona en la desgracia es algo para dejar consignado. (1908)

[email protected]

bienvenidosviajerosdeltiempo.blogspot.com
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo



  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados