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 lunes, 27 de agosto de 2007  
“La gente siente el flamenco porque es muy directo, nace de las tripas”
La bailaora Soledad Barrio actúa en el teatro El Círculo junto a la compañía Noche Flamenca

Orlando Verna / La Capital

Como sucedió el año pasado, el escenario del teatro El Círculo volverá a latir al ritmo del taconeo. Transpirará polvillo cuando Soledad Barrio y la compañía Noche Flamenca se presenten, desde las 21, en Laprida y Mendoza. De gira por Argentina, Uruguay y Chile, la bailaora madrileña vuelve a Rosario para, luego de “Cielo de tierra”, mostrar su nuevo show, “Aldaba”, que ya paseó por Buenos Aires, Tucumán y Córdoba, y viajará a La Plata.

   La caracteriza una timidez que se pierde sobre el tablao y la profunda convicción de que un arte como el flamenco debe exhibirse en su formato tradicional. Llama “purista” al estilo que cultiva y hasta lo compara con el tango, como la manifestación de “pueblos que sufren”. Considerada una referencia en su profesión, Barrio defiende la espontaneidad como la fuente de toda pasión y cree que su actualidad y aceptación se debe a su honestidad. “El flamenco nace de las tripas”, sentencia.

   —¿En qué se diferencia su propuesta de otras en el arte del flamenco?

   —En lo que yo considero flamenco, donde se puede ver al artista tal como es, donde hay mucha espontaneidad y donde el artista no se supedita a la escenografía o a la imagen, sino a lo que es el alma del flamenco. Todo está concebido por Martín Santángelo, que es el director de la compañía y es mi esposo, en un show que sigue la línea tradicional de la compañía Noche Flamenca, con cante y guitarras y muy buenos artistas de España.

   —¿Por qué este show lleva el nombre de “Aldaba”?

   —Aldaba es un llamador de una puerta que se utilizaba antiguamente. Y nosotros, para llamar al cante utilizamos el término aldaba. Es una llamada al cante.

   —¿Por qué elige trabajar con una concepción ortodoxa, tradicional del flamenco?

   —Más que tradicional tenemos una visión purista. Con esto quiero decir que el flamenco está vivo, es contemporáneo; porque nosotros vivimos en esta época y lo hacemos en esta época, pero manteniendo sus raíces.

   —¿Cómo explica su pasión por el flamenco sin que provenga de un legado familiar?

   —Mi padre es taxista y mi madre es ama de casa, sólo hay un tío que cantaba, pero lo hacía por afición. En mí, el gusto por el flamenco surge espontáneamente de chiquita, pero no puedo decir que esté arraigado en una familia gitana como la mayoría de mis compañeros.

   —¿De dónde viene entonces la atracción por el flamenco?

   —Pues es un misterio. Desde pequeña recuerdo que bailaba encima de una mesa, en la calle, en el colegio. Todo lo que escuchaba que tuviese un aire flamenco lo bailaba, aunque el flamenco sigue siendo hoy minoritario. En España, más bien lo que se puede escuchar en la radio es música española. Porque flamenco puro, como el de (Antonio) Chacón, (Antonio) Mairena o (Manolo) Caracol, es menos conocido. Es algo a lo que te vas acercando porque te interesa y vas llegando a las raíces.

   —¿Qué misterios del arte cree que la unen a los artistas que invita a compartir sus espectáculos?

   —Nos une el amor que le tenemos a lo que hacemos. Con Alejandro (Granados, el bailaor invitado) somos grandes amigos, pero a veces no tienes por qué compartir gustos personales, o tener relaciones familiares o por fuera del escenario, pero sí dentro. Lo que nos une siempre está relacionado con nuestro arte.

   —¿Por qué cree que el flamenco tiene aceptación en otras partes del mundo y especialmente en Argentina?

   —El flamenco tiene mucha aceptación porque la gente lo vive. Hay mucha gente que no conoce nuestro idioma y no comprende lo que está cantando el cantaor. Pero aún así la gente lo siente, porque el flamenco es algo muy directo, nace de las tripas, de dentro, y lo recibe muy bien. Aquí en Argentina me siento un poco como en España. El público es muy aficionado, te jalea y te dice: “Ole”. Esa aceptación es porque también tienen el tango, al que considero tan hondo como el flamenco. Culturalmente los argentinos están más cerca que otros públicos, y nosotros desde el escenario vemos que el aplauso es más caluroso, como el del público español.

   —¿Cree usted que hay una correlación entre el tango y el flamenco, entendidos como la expresión de un deseo, muchas veces de un dolor?

   —Están relacionados con la expresión de la marginación, de pueblos que sufren.

   —¿Cómo se anda de gira por el mundo con dos hijas pequeñas?

   —En mi caso la tengo más fácil que otros artistas, porque como mi esposo y yo viajamos juntos, muchas lo hacemos con las niñas (una de 6 y otra de 12 años) y podemos estar en familia. Aprovechamos las vacaciones del colegio en verano para estar juntos. Pero de todas formas es muy difícil.
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En medio de su quinta visita a Buenos Aires, la española reconoció que, de entre los públicos de todo el mundo, se siente más cerca del argentino por su herencia cultural y su relación con el tango.

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