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 martes, 10 de julio de 2007  
Reflexiones
Un merecido homenaje a Antonio Osvaldo Rodenas

Orlando Vignatti (*)

Algunas frases, algunos pensamientos, pertenecen al molde del formalismo y nada más. Son palabras que se dicen porque forman parte de las buenas costumbres y de las circunstancias. Ante el misterio de la muerte, las despedidas suelen corresponder a matrices que son del lugar común, del cumplir con el protocolo que imponen las infaustas nuevas. Sin embargo, hay veces que las palabras brotan del corazón y por eso mismo ni son buscadas ni son rebuscadas. Estas breves líneas corresponden a este último aspecto.

Con breves pero sinceras expresiones, deseo despedir al señor Antonio Osvaldo Rodenas, al querido “Tito”. Hablar de Rodenas, sin dudas, invita a enfocar la cuestión sobre el Club Rosario Central. Sin embargo, esto no alcanza, ni mucho menos, para hacer un homenaje justo. Hablar de Rodenas es hablar de la ciudad de Rosario y mucho más. Claro que sí, porque Rodenas aportó mucho para que la ciudad trascendiera los límites del país y fuera conocida en todo el mundo. A él se le debe, por ejemplo, que la ciudad posea un estadio de fútbol mundialista. Ya que su gestión fue clave para que la cancha de Rosario Central fuera subsede del Mundial 78.

Pero hablar de Rodenas es hablar también de política. Fue un dirigente político de raza, un justicialista de corazón, de esos que con respeto por todos los pensamientos e ideas, pero sin claudicar en la suyas, aportó a la sociedad su talento.

En el ámbito familiar, se caracterizó por ser un buen padre, un buen guía y todo un líder con lo que ello significa. Creo no equivocarme si digo que Antonio Osvaldo Rodenas perteneció a esa generación de seres humanos caracterizada por poseer y acrecentar valores y principios que, desafortunadamente, se están perdiendo. Y creo no equivocarme, además, si agrego que en medio de esa generación él fue un verdadero molde en el que se formaron no pocas personas.

Si bien tenemos claro que la vida impone la clara conciencia del viaje último y definitivo, no es posible no lamentar algunas ausencias como la del dirigente y amigo que hoy despido.



(*) Presidente del Comité Editorial del Diario La Capital.
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