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 martes, 10 de julio de 2007  
Los monólogos de Tato vuelven en un libro
Uno de sus guionistas, Santiago Varela, recopila al humor político del célebre capocómico

Jorge Boccanera / Télam

La voz de Tato Bores —quien inició sus célebres monólogos televisivos hace exactamente cincuenta años— vuelve a escucharse desde las páginas del libro “Monólogos de Tato”, a cargo de quien fuera uno de sus guionistas, Santiago Varela, en una edición que publicó el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.

El personaje desnudaba a la sociedad y a sus dirigentes, aunque Varela cuenta que: “muchas veces lo único que hacíamos era poner en evidencia cómo se mostraban ellos mismos. Algo parecido a lo que hace ahora el programa de televisión. Nosotros usábamos la palabra, no el tape”.

El libro, que compendia fragmentos de los monólogos de Tato Bores (1927-1996), cruza el relato vertiginoso del personaje de peluca y frac, en un texto desopilante y realista a la vez, que alterna el chiste con la denuncia en un lenguaje popular pleno de refranes, guiños y locuciones de la calle.

El retrato del personaje lo hace Varela por el lado del chamuyo: “Una especie de otro yo más reo, más porteño, que dice las palabras y te canta la justa. Fulano dijo tal cosa, mengano dijo esto, el ministro lo otro, pero la justa te la digo yo, para que entiendas. Ese era el discurso de Tato”.

En el monólogo la sensación es de una realidad inmanejable, con funcionarios ineptos para los asuntos que tratan. Pero Varela explica que: “A veces los funcionarios lo tenían claro, y el que no lo tenía claro era Tato. Alguien le decía: «Usted no entiende, Tato, se quedó en el 45, hoy la plata no es lo más importante, es lo único importante»”.

Según Varela, la vigencia de Tato se debe a que “pasan las mismas cosas y hay personajes que son los mismos aunque más viejos. También se mantiene la impunidad, la violencia y la ley del gallinero”.

El guionista del capocómico entre 1987 y 1993 indicó que “Tato vivió golpes de Estado y censura, pero era un demócrata. Sobre los comicios decía que "meter el sobre en la ranura era como un orgasmo”.

Landrú, César Bruto, Jordán de la Cazuela y Oscar Blotta fueron libretistas de Tato. Todos trabajaban para construir un mismo personaje: el de la peluca, anteojos y frac, pero para Varela, Jordán de la Cazuela fue “el primero en trazar al personaje”.

Caricatura.
“Caricaturizábamos la realidad y sus personajes; exagerábamos los rasgos pero sin mentir”, aclara Varela, y remata: “Tato dice lo que otros saben y que no es la verdad oficial”.

En sus monólogos el chiste convive con una denuncia cruda, amplificada por el tono mordaz. Para Varela, chiste y denuncia van de la mano: “Y la ironía es la base del humor político. Eso incluye el texto, la mirada, el gesto, la forma de decirlo”. Tato Bores hablaba inmerso en una especie de gran caos.(Télam)


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