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 martes, 10 de julio de 2007  
En el momento del parto operaron a una bebé con una malformación
Es la primera vez que la novedosa práctica quirúrgica se realiza en la ciudad de Rosario. La nena padecía gastrosquisis y tenía comprometidos sus intestinos. Evoluciona favorablemente

Florencia O`Keeffe - Belén Travesaro / La Capital

Por primera vez en Rosario se realizó una novedosa cirugía que permite, en el momento del parto, reparar la pared abdominal de los bebés que nacen con una malformación llamada gastrosquisis. La intervención, que se hizo por sexta vez en la Argentina, es denominada “simil exit” y fue realizada por el cirujano infantil Javier Svetliza quien viajó especialmente desde Bahía Blanca.

La operación se efectuó con éxito en el Sanatorio Británico a una beba de 35 semanas de gestación. Justina, como la bautizaron sus papás, nació con 2,400 kilos y deberá permanecer en neonatología de 20 a 30 días para controlar su evolución. La cesárea que se le hizo a la mamá estuvo a cargo del obstetra Hugo Páez.

Svetliza, responsable de la intervención a la bebé, destacó en diálogo con La Capital lo oportuno del diagnóstico prenatal que estuvo en manos del médico rosarino y especialista en diagnóstico por imágenes, Miguel Ariel. “En la Argentina, sólo se diagnostican a tiempo 4 de cada 10 bebés que padecen esta malformación”, explicó Svetliza. Generalmente el diagnóstico ecográfico se efectúa alrededor de la semana 15º de embarazo.

Pero no sólo el diagnóstico precoz por medio de la ecografía es sustancial. El control a través del diagnóstico por imágenes del desarrollo del bebé intraútero también juega un rol fundamental ya que se debe monitorear semana a semana el estado del intestino que por esta enfermedad “sale” del abdomen a través de un “orificio” de no más de 3 centímetros y queda “como flotando” fuera de la panza del bebé en contacto con el líquido amniótico.

La intervención quirúrgica en el momento en que el bebé está naciendo es el otro paso clave para que la criatura no corra riesgos de vida. “En estos casos se nos plantea un dilema porque hemos comprobado que a partir de la semana 29 ó 30 de gestación los problemas para el intestino del bebé empiezan a agravarse, entonces hay que adelantar el parto. Pero es como caminar por una cornisa porque por un lado tenemos que resolver quirúrgicamente el problema y por otro no arriesgar al bebé por hacerlo nacer de manera muy prematura”, señaló el profesional.

El especialista destacó que la técnica aplicada a la bebé rosarina tiene la particularidad de que se desarrolla en forma paralela al nacimiento. Dura en total entre 18 y 22 minutos. En los primeros 3 minutos, mientras el bebé aún está unido a la madre por el cordón umbilical, el cirujano “acomoda” el intestino dentro de la panza. Luego, una vez que se corta el cordón se anestesia el bebé en la zona y se sutura la herida de la pared abdominal.

“Es muy importante que esto se haga lo antes posible porque sabemos que las horas que corren entre el nacimiento y la intervención agravan el pronóstico”, puntualizó el médico bahiense.

Ayuda y contención.
Luego del shock que les causó enterarse de que su primera hija tenía una malformación abdominal, la pareja que forman Luciana y Martín, de 24 y 31 años respectivamente, buscó ayuda profesional. Entonces se enteraron que había una solución que, de resultar exitosa, no dejaría secuelas en la salud de su hijita, una noticia que en medio de tanta angustia les dio esperanzas.

“Al principio, por desconocer de qué se trataba la enfermedad, nos alarmamos. No sabíamos qué tenía y si había solución. Cuando conocimos el método a través del ecografista Miguel Ariel y leímos que daba buenos resultados, pensamos que eso era lo mejor” , contó a este medio Martín, el padre de la beba, que es locutor.

Cuando Luciana —que trabaja como secretaria de un estudio de grabación— se enteró de lo que le pasaba a su bebé, navegó por internet en busca de información de posibles tratamientos y también con la intención de contactarse con otras mamás para compartir su intensa experiencia.

Luciana y Martín, que viven cerca del parque Independencia, saben que pasaron por el momento más delicado. Ahora esperan la recuperación de Justina, la beba que tuvo la gran oportunidad y el mejor regalo que le pudieron hacer: la esperanza de una buena vida.
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