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 domingo, 29 de abril de 2007  
En foco. Los empresarios y la inflación

Un buen diagnóstico sirve pero sin tratamiento la afección no se corrige, una premisa médica que le cabe a la economía argentina. Esta semana los empresarios más influyentes del país cuestionaron el índice de precios al consumidor y la credibilidad del Indec y consideraron que la inflación anual está más cerca del 14% que del 9% oficial. Si bien la percepción se acerca más a la realidad y es saludable el cuestionamiento, el gran debate aún ausente es aquel que sondea sobre los responsables del fenómeno inflacionario en la Argentina, del cual los hombres de negocios no salen inmunes.

Pese al agotamiento de la política de acuerdos de precios y a los cuestionamientos sobre su efectividad, en el último año los empresarios buscaron mantener similares niveles de participación en las ganancias. Al tiempo que acordaban con Guillermo Moreno mantener el precio de un yogur o una línea de jabón en polvo, encararon múltiples estrategias para modificar la estructura de producción y distribución.

Hace pocos días referentes del sector mayorista aseguraban que el incipiente desabastecimiento no era otra cosa que un efecto directo de un cambio en los patrones productivos encarados por las industrias que ante el control de precios para algunos productos dejaron de fabricar segundas o terceras marcas —tradicionalmente más baratas— y se abocaron a las de primera línea, en las cuales no opera el corsé oficial y con las que se llevan la mayor tajada del negocio.

Mantener el mismo patrón de acumulación fue en la Argentina una causa irrenunciable del sector empresario, herencia de la dictadura del 76 cuando los trabajadores perdieron 13 puntos porcentuales del PBI. Por eso, en un presente donde los salarios no pueden empatarle a las góndolas, bienvenido sea el debate, pero necesariamente uno que incluya a todos.
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