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 domingo, 21 de mayo de 2006  
[lecturas]
El silencio menos pensado

Osvaldo Aguirre / La Capital

Poesía. Poesía completa, de Hugo Mujica. Seix Barral, Buenos Aires, 2006, 369 páginas, $ 39.

"Poesía completa" reúne nueve libros compuestos entre 1983 y 2004. Hugo Mujica (Buenos Aires, 1942) comenzó a escribir mientras cumplía un prolongado régimen de silencio y meditación en un monasterio de la orden trapense. Esta circunstancia permanece como algo central en el conjunto de la obra, no sólo porque el silencio es un tema del que no puede, parece, dejar de hablar sino, ante todo, porque supone su vertiente y a la vez su horizonte. Contra lo que muchos pensarían, dada su condición de sacerdote, Mujica no procede con revelaciones sino con una escucha, y tal escucha opera como un vaivén en ese silencio constitutivo.

El primer poema en orden cronológico ("se pone el sol tras la ventana/ de la cocina// el té está casi listo") no marca sin embargo la tendencia predominante en su escritura. Más que el registro concreto y la observación de cosas mínimas, sus textos traman reflexiones, a veces diáfanas, a veces oscuras, sobre cuestiones abstractas que reconocen un centro: la fragilidad de la vida humana y el modo, quizá, en que puede trascender sus límites. La forma de aquel texto inicial, en cambio, se mantiene sobre todo en los primeros libros, donde la brevedad, una nota característica, se resuelve muchas veces con expresiones de tipo aforístico y cierto resabio a las "voces" de Antonio Porchia ("mientras creo ser algo soy eso:/ algo"). Y antes que la mirada sobre cierto mundo o paisaje lo que tematiza esta poesía es el propio acto de mirar, en una interrogación que organiza términos recurrentes, que Mujica combina y vuelve a combinar: el espejo, la transparencia, la sombra, el relámpago, la lluvia, la noche.

Pero el sujeto de los poemas no se define como el que mejor ve. Una y otra vez, al contrario, aparece la figura del ciego, como término de comparación para dar cuenta de una percepción equívoca, de un decir fallido, ajeno al silencio esencial, y de un efecto de la propia observación: "ver ensombrece la mirada". Mirar no implica aquí ningún éxtasis. El sujeto no sale de sí para fundirse gozosamente con lo que contempla, como en cierta tradición de la poesía mística. Más bien descubre algo inquietante, su propio desdoblamiento (formulado con la metáfora del espejo, aquello que devuelve una imagen extraña, escindida del yo).

Pero la visión de los poemas de Mujica termina siendo de cuño religioso en el sentido tradicional, incluso al margen de las reiteradas alusiones a "lo alto" y a las inscripciones divinas (aunque sean en minúscula): el acento en la finitud de las cosas, lo ilusorio de las posesiones humanas y la pérdida de una gracia original descubren esa matriz de sus poemas. De ahí, en buena medida, la tematización de la desnudez como estado que asocia la muerte y el nacimiento, y también como cualidad de la palabra buscada. Momento de desposesión y de dolor comparable al nacimiento, en la muerte se retorna al punto de partida, o se descubre que ese punto de partida ha estado siempre presente, aunque oculto, y en el final se afirma como la única realidad del sujeto.

Y de ahí, también en buena medida, los límites de esta poesía. Detrás de las palabras y las expresiones de Mujica, en apariencia graves y "profundas", con frecuencia no parece haber más que un sentido superficial, o en definitiva repetido y trivial. La paradoja o la conclusión sorprendente muchas veces suena a galimatías ("La muerte es la ausencia de la palabra muerte"), y las resoluciones de los poemas se vuelven efectistas, pero no por eso eficaces, amén de cargar con el lastre de imágenes retóricas, es decir vacías (el bosque, los pescadores, cierta visión lúgubre de los niños).

A pesar de su fe en el silencio, Mujica parece confiar demasiado en lo que las palabras supuestamente dicen, pasando por alto el hecho de que significan en una construcción, y más por lo que velan o sugieren. De otro modo se tornan difusas, imprecisas: "ausencia", por ejemplo, es aquí un término muy recurrente, pero no se entiende bien a qué refiere, o se entiende que refiere a algo tan vasto que se vuelve inabarcable ("escribir es nombrar la ausencia"). En un poema como "Anuncio", en cambio, aun con la referencia estereotipada al otoño, puede observarse cómo la graduación del poema genera resonancias y el cierre se corresponde con la imagen que lo precede. Pero cuando se acude ciegamente a las "grandes palabras", a las palabras que representan lo poético en un sentido convencional, el resultado es el silencio menos pensado.
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Compilación. Mujica presenta nueve libros escritos entre 1983 y 1984.

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