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 sábado, 29 de abril de 2006  
La potencialidad didáctica de las exposiciones

¿Por qué pueden ser útiles a la enseñanza estos paseos por museos y espacios culturales? Aunque la pregunta admite varias respuestas, para el conservador de museos Pablo Monsanto en principio estos recorridos son útiles a la escuela “siempre y cuando la variedad de ofertas esté concebida conjuntamente con lógica interna y no como una «agregación» de fragmentos que se unen para ofrecerse como un «paquete»”.

  Monsanto, que también es docente de la cátedra de museografía III de la Escuela de Museología de Rosario, dice que estos “paseos sirven en tanto sean planificados, guionados y coordinados por el museo con el objetivo de abordar una temática y una metodologías propias, y dirigido a un público determinado”.

  Pero además agrega sobre las actividades que se suman para ganar la atención de distintos visitantes, que “si bien es muy importante, no alcanza con entretener, tienen que tener una misión trascendente que es hacer llegar el mensaje de la exposición, o un aspecto de ella, utilizando lenguajes complementarios al expositivo”.

  Por eso el especialista entiende que “el valor reside entonces en multiplicar y enriquecer los recursos comunicativos de la exposición, y así los del museo”.

  Ahora bien, y en lo que le toca a la escuela, es bueno preguntarse dónde reside el valor pedagógico de los museos y espacios culturales.

  La primera aclaración que hace Monsanto es que hay que tener en cuenta que la palabra museo abarca hoy una multiplicidad de formatos diversos, entre ellos el virtual, y por lo tanto las posibilidades cambian.

  “De todas formas —dice— el valor pedagógico (o en todo caso el valor más significativo) de lo que comúnmente se denomina museo, reside fundamentalmente en la exposición misma. Digo fundamentalmente porque no es la única posibilidad, pues puede tener otros medios en donde desarrolle una actividad comunicativa y pedagógica, como por ejemplo una página web, hacer publicaciones, tener una biblioteca o una base datos”.

  Y para el docente la clave está en la exposición, porque asegura, “es donde el museo desarrolla toda su potencialidad comunicativa y educativa. Es donde aborda contenidos previamente investigados, y los elabora para comunicárselos a alguien, utilizando elementos y recursos que le son propios”.


Potencialidad didáctica
  Por eso agrega “que su importancia no sólo reside en contar con un objeto tridimensional (original o no) sino que ese objeto se halla en un contexto físico y conceptual diseñado para comunicar y educar”.

  Pero Pablo Monsanto hace una advertencia para diferenciar el aprendizaje meramente conceptual que pueda darse en un aula, del que puede conseguirse en un museo. Dice entonces que “a diferencia de otros medios, en la exposición es el visitante quien debe trasladarse para acceder a la experiencia; y por lo tanto en la exposición no sólo se transmiten contenidos conceptuales sino que también intervienen el cuerpo y los sentidos, convirtiéndose en una experiencia multisensorial”.

  “Es ahí —afirma el profesor— dónde residen las potencialidades didácticas y educativas propias”.

  Pero además señala que es bueno que en las visitas haya una combinación de las distintas áreas de aprendizaje para que esta sea una experiencia realmente integradora.

  Más tarde el profesor experto en conservar museos, habla de algunas de las pautas que los docentes deberían atender para hacer un mejor aprovechamiento de estos espacios. Por ejemplo, considera que ya es un gran paso cuando “las visitas a los museos se incorpora a una planificación de estudios, porque quiere decir entonces que no es algo improvisado o de relleno que se utiliza cuando no se sabe qué hacer con los chicos”.

  Igual para Monsanto esto no alcanza y agrega que los docentes deberían tener un contacto previo con lo que se va a desarrollar en las visitas, tanto en los contenidos como en los formatos.

  Una tarea que considera no es sólo cuestión del docente, sino también de las escuelas y los museos. “Pero —advierte— fundamentalmente de políticas tanto educativas como culturales, que deberían promover e instrumentar los medios para fortalecer el trabajo conjunto. De esta manera no sería entonces algo que se agota en la visita misma, sino que tendría una continuidad antes y después de la misma”.


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