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 jueves, 27 de abril de 2006  
TELEVISION / CRITICA
Una historia de amor oscurecida por una obsesión de venganza

"Las desgracias tienen nombre y apellido", dice Santiago, el protagonista de "Montecristo", y su frase anuncia la venganza. La tira que arrancó por Telefé enquista esa venganza con amor y pasión en un coctel que, más allá de ser explosivo, es de por sí atrapante. La megaproducción, una adaptación libre de "El conde de Montecristo", de Alejandro Dumas, se destaca por hilvanar una trama tamizada por un contexto político, en donde la traición aparece como un arma letal en la amistad y en los vínculos familiares. Y en ese escenario sobrevuela lo más poderoso: una intensa historia de amor.

Echarri le da vida a Santiago Díaz Herrera, un personaje que no elude algunos tics de un héroe contemporáneo. Galán por donde se lo mire, no sólo triunfa en su aspecto sentimental sino también en lo laboral. Hijo de un importante juez, acaba de ser nombrado secretario de un juzgado y va a casarse con Laura (Paola Krum), la mujer de sus sueños.

Un viaje a Marruecos junto con su mejor amigo, Marcos (Joaquín Furriel) , para una competencia de esgrima, le dará vuelta la vida a Santiago. Utilizando una puesta cinematográfica, la tira reposiciona la historia a partir de esa mirada a un país exótico, donde caben otros códigos, donde nadie es quien era.

Alberto Lombardo (un excelente Oscar Ferreiro), político influyente y padre de Marcos, quiere silenciar a Santiago para vengarse de su papá, quien ventilará que Lombardo hizo desaparecer a una persona en la dictadura. Es 1995, Santiago cae preso por un plan urdido en la Argentina, y Marcos cree ver morir a su amigo.

Once años después, el héroe regresa para clamar venganza. "Resucita para recuperar lo perdido", se escucha su voz en off. Las incógnitas que se avecinan, con la complicidad y traición de Marcos, ahora casado con Laura, madre de un hijo de su relación con Santiago, revelan que lo mejor está por venir.

La alta calidad técnica y la riqueza de los diálogos jerarquizan la telenovela, en la que convive el policial con el drama sin socabar el peso de la historia de amor.

Las actuaciones de Ferreiro, como el villano; de Rita Cortese, en el rol de esa madre de Santiago capaz de todo por la verdad; y del siempre eficiente Roberto Carnaghi, junto al oficio de Echarri, Krum y Furriel, levantan el nivel de una tira para seguir mirando.

P. S.
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Echari compone un héroe contemporaneo.


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