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 domingo, 23 de abril de 2006  
Messi y el precio de la fama

Lionel Messi ya entró en el selecto, pero exigente, club de la fama. El fenómeno que brilla en Barcelona y pide a gritos la titularidad en la selección vive por estos días sensaciones encontradas. Por un lado, es el niño mimado de la patria futbolera, hace lo que le gusta, se divierte dentro de la cancha y juega en la liga más prestigiosa del mundo. Qué más pedir para un pibe que con la fuerza de un rayo saltó de la zona sur de Rosario al mismísimo Camp Nou. Pero no todo es color de rosa, con la fama viene la demanda a veces insoportable del hincha y el asedio absoluto de la prensa. Es el precio que se debe pagar para disfrutar de todo lo otro. Una tarifa alta o baja, según el protagonista de la historia.

Lionel terminó de confirmar por estos días en su paso por Rosario que su vida y la de su familia cambió para siempre. Y para muestra valen algunos ejemplos.

La conferencia de prensa que brindó el miércoles en un hotel céntrico rosarino estuvo desbordada de medios nacionales y hasta los transeúntes detenían su paso para mirar desde 50 metros a través del vidrio la figura iluminada del crack. Enloquecidos lo recibieron y en ese mismo estado lo despidieron implorándole fotos, autógrafos y abrazos, mientras el tránsito vehicular se interrumpió. Todo servía como souvenir del fenómeno para los fanáticos.

Otro hecho curioso, si se quiere, es que ayer tuvo que entrenarse en un country privado de Funes (Kentucky) para poder realizar la rutina física con tranquilidad. No es para nada frecuente que un futbolista tenga que recluirse en un barrio cerrado para practicar sin desbordes del público. Es que era sábado y no podría ir a ningún club porque su sola presencia desataría la Messimanía.

Así las cosas, hasta su familia debió buscar un búnker para hacerle el aguante a Lionel en la vecina Arroyo Seco. La tranquilidad del pueblo puede compararse a la distancia con su infancia despreocupada en las calles de la zona sur rosarina.

En principio se había manejado la posibilidad de que Messi viajara la semana que viene a Buenos Aires para que el cuerpo técnico y médico de la selección lo evalúe más detenidamente, pero esta opción se habría descartado y el pibe seguiría entrenando en Rosario y sus alrededores buscando su puesta a punto ideal antes de retornar a España.

Igual Lionel parece no asustarse por los desbordes de fanatismo y siempre muestra una sonrisa ante la demanda de cariño popular. Hoy, aunque sabe que su vida no volverá jamás a ser la que era antes de darle pases a Ronaldinho, la Pulga tiene la cabeza puesta en poder estar en óptimas condiciones para jugar la eventual final de Barcelona en la Liga de Campeones de Europa, el 17 de mayo en París, y enseguida el Mundial de Alemania, donde puede llegar su consagración absoluta.
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La vida de Lionel cambió para siempre desde que se fue a Europa.

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