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 sábado, 15 de abril de 2006  
La tarea de los 27 psicólogos que asisten a presos en cárceles de la provincia
Para franquear las rejas del alma
El cuerpo de Salud Mental ofrece un ámbito donde los internos puedan poner en palabra los temores, inquietudes y aflicciones que impone el encierro. Sensaciones acrecentadas luego de la masacre de Coronda un año atrás

Andrés Abramowski / La Capital

Una lógica distinta que pretende dejar a un costado, al menos por un rato, los códigos que rigen la vida en el penal de Coronda. Un espacio donde la cárcel puede quedar, paradójicamente, del otro lado de las rejas. Y donde los internos pueden llegar a acariciar la libertad más difícil de obtener, la de la conciencia, en un proceso que aborda de una manera distinta la frontera entre el adentro y el afuera.

La masacre de Coronda tuvo entre sus consecuencias la implementación de un programa de salud mental para los detenidos, surgido a instancias de un convenio entre los ministerios de Salud y Gobierno y la Secretaría de Derechos Humanos. Si bien el acuerdo era anterior a la matanza, los 27 psicólogos que trabajan en este proyecto en Coronda y otras cuatro cárceles de Rosario y Santa Fe ingresaron recién en mayo del año pasado, para lo cual parece haber primado una decisión política sobre las lógicas resistencias de ciertos sectores del sistema penitenciario.

El equipo de psicólogos de salud mental en cárceles encontró en Coronda a presos con síntomas en el cuerpo, desbordes de angustia, problemas para dormir, terrores nocturnos y la amenaza de una muerte inminente, "todos efectos traumáticos difíciles de tramitar sin la mediación de la palabra", según consideran los miembros del equipo. Estas huellas no desaparecieron fácilmente ni siquiera en los reclusos que fueron derivados a otras cárceles luego de la tragedia.

"El consultorio terapéutico es un espacio para poner todo lo que pasó en palabras, es necesario que se pueda hablar, que la palabra circule", dijo la coordinadora del grupo, la psicóloga Patricia Llanedo. La idea apuesta a que el paciente pueda ponerle palabras a su malestar para poder leer el entramado de su historia singular y entablar una relación con su padecer en un marco que rompe con la lógica carcelaria.

Para Llanedo y su equipo, uno de los aspectos más interesantes del programa es la creación de un espacio ajeno a la lógica que impera en la cárcel, donde todo está regido en función de premios y castigos. Según explicó la profesional, en el consultorio "no se evalúa nada". A diferencia de otras instancias o actividades en las que lo que el interno diga o haga puede incidir en sus beneficios o desventajas, en este lugar el paciente puede decir lo que quiera sin que eso tenga una consecuencia directa en su vida tras las rejas. En un punto, el consultorio es un espacio donde es posible la libertad y eso "es esencial en cualquier proyecto que apunte a la construcción de la salud".

Al parecer, el alcance de esta particularidad que rompe con la lógica carcelaria es lo suficientemente profundo como para que a los consultorios puedan acceder presos de mala conducta que no tienen acceso a ningún otro beneficio dentro del penal. "Es necesario destacar la decisión política que avala a este programa, que rompe con la lógica de premios y castigos al punto de permitir que se asista aun a aquellos internos que no pueden concurrir a espacios de educación o de trabajo", remarcó Llanedo.

Obviamente, no es una tarea fácil que los reclusos comprendan en toda su dimensión la particularidad de este espacio. "Hubo que generar confianza -explicó la psicóloga- ya que al principio los pacientes no creían que en la cárcel hubiera un lugar en el que podían hablar con la confidencialidad garantizada. Pero eso se fue superando en la práctica".


Hacia adelante
Más allá de la sangrienta nube que acecha en el pasado del penal corondino, el plan de salud mental parece apuntar también al presente y futuro de los presos, incluso de aquellos a quienes les queda poco tiempo tras las rejas. Además del nivel individual, el equipo trabaja en talleres grupales de producción colectiva. Algunos trabajan problemáticas como el consumo de drogas o las dificultades de la convivencia. También hay otro llamado de preegresos, para quienes estén próximos a salir. "El adentro es complejo pero el afuera no lo es menos, genera muchas expectativas y miedos. Para los internos es importante encontrar en la sociedad que los recibe a alguien que crea en ellos", graficó Llanedo.
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El cuerpo de psicólogos trabaja en Coronda.

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