Año CXXXVII Nº 49081
La Ciudad
Política
Economía
Información Gral
Opinión
La Región
Escenario
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Educación


suplementos
ediciones anteriores
Salud 12/04
Página Solidaria 12/04
Turismo 09/04
Mujer 09/04
Economía 09/04
Señales 09/04
Educación 08/04
Estilo 18/03
En el aula 18/03

contacto
servicios
Institucional

 sábado, 15 de abril de 2006  
Apuñaló a tres personas en día de furia: 24 años de prisión
Mató a una joven, hirió a una amiga de la chica y al vecino que quiso salvarla. Fue en Capitán Bermúdez en 2004

La Cámara Penal confirmó la condena a 24 años de prisión impuesta a un albañil que, en marzo de 2004, asesinó a una joven a puñaladas, hirió de gravedad a una amiga de la chica e intentó matar a un vecino que se interpuso para salvarla. Lo que ocasionó el ataque fue una vieja rivalidad que el agresor mantenía con el padre de la adolescente que quedó con vida. Para el tribunal que ratificó la sentencia, el motivo de las graves agresiones fue demasiado insignificante como para reducirle la pena, tal como había solicitado el detenido.

Aníbal José Vera, de 26 años, vio así confirmada la condena a 24 años de cárcel que le había impuesto en primera instancia el juez de Sentencia Nº 5, Ernesto Genesio. Esa es la pena que le aplicaron por el crimen de una chica de 18 años, las graves heridas que le ocasionó a otra joven de 15 y las lesiones provocadas a un vecino que aún sufre secuelas del ataque. Pese al pedido de Vera, al revisar el fallo la Sala III de la Cámara Penal sostuvo que la pena era adecuada y no debía ser reducida.

La madrugada del 6 de marzo de 2004, en Capitán Bermúdez, Vera caminaba por la calle Brasil al 500 cuando se cruzó con dos amigas que iban a bailar. Enseguida reconoció a la menor de ellas como la hija de un hombre con quien tenía viejas diferencias, por motivos que en la investigación penal no se aclararon.

La chica era Yésica Moretto, tenía entonces 15 años, vivía con sus padres en el barrio Celulosa y cursaba noveno año en una escuela técnica. La joven que la acompañaba, Luciana Villarreal, de 18, iba a cursar ese año con ella en la misma escuela y vivía con sus padres en Serodino. Esa madrugada, las dos amigas habían salido de la casa de Yésica alrededor de la 1 y caminaron dos cuadras hasta llegar a la esquina donde se cruzaron con Vera.


Desprevenidos
Tras el saludo las jóvenes no sospecharon nada raro. Unos metros más adelante escucharon los pasos de alguien que las perseguía. Al darse vuelta vieron que Vera se acercaba corriendo. Luciana, que no lo conocía, se quedó quieta en el lugar y alcanzó a avisarle a su amiga que el agresor estaba armado. La joven fue herida de muerte allí mismo: un puntazo en el pecho la mató en el acto. Con un gemido de dolor, según contó su amiga, tropezó y quedó tendida en el patio delantero de una casa.

Yésica, en tanto, atinó a salir corriendo del lugar. Vera la persiguió por dos cuadras hasta que la alcanzó y comenzó a acuchillarla en distintas partes del cuerpo. "¿Viste? Acá la pagás por tu papá", le dijo mientras la apuñalaba. La chica pudo soltarse, pero unos metros más adelante el hombre volvió a atraparla, la agarró de los pelos, le desgarró la ropa y la arrastró por el piso para volver a herirla. Los gritos de la adolescente despertaron a Sebastián Rovetto, un vecino que en ese momento pensó que se trataba de su hija de 15 años que también había ido a bailar.

Rovetto salió a la calle a defender a Yésica, que ya había recibido cinco puñaladas, y ese acto permitió que la chica conservara la vida: cuando el vecino intervino Vera estaba colocando el cuchillo al cuello a la joven. Rovetto logró alejarlo de la chica de una trompada, aunque terminó el mismo con varios puntazos que casi le cuestan la vida. Si no era asistido a tiempo y sometido a una cirugía, Rovetto hubiera muerto desangrado. Las heridas en le provocaron secuelas en el hígado y un pulmón que aún padece. Así se consigna en el fallo de los jueces Otto Crippa García, Ernesto Navaro y Elena Ramón, quien a diferencia de los otros camaristas pretendía una reducción de la condena.

Vera fue apresado en su casa a una cuadra y media del lugar del ataque. El albañil adujo que había intentado asaltar a las víctimas, pero a ninguno de los jueces ese argumento les sonó creíble. Vera fue condenado como autor de un homicidio simple, por otro intento de cometer el mismo delito y por la tentativa de matar a Rovetto para que los hechos anteriores quedaran impunes. Para el tribunal que mantuvo su condena, se trata de tres delitos graves por "el daño causado, la nimiedad de los móviles para semejante atentado contra la vida y la forma sorpresiva en que acomete a las jóvenes", una de las cuales no tenía ninguna relación previa con él.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados