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 domingo, 23 de octubre de 2005  
Cuando el sur también existe

Mientras se decide si el resurgimiento actual de la crónica iberoamericana es un espejismo o una realidad, llega a las librerías el primer título de la periodista Leila Guerriero. Se trata de la culminación de varios viajes a Las Heras, un pueblo de la provincia de Santa Cruz donde el suicidio tiene un índice considerablemente mayor del habitual en este país. En los últimos años de la década de los noventa, tuvo lugar una auténtica ola de muertes de menores de treinta años.

La investigación llevó a la autora a entrevistar a muchísimas personas relacionadas sentimentalmente con los suicidas y a leer los escasos documentos que sobre ellos se han hecho públicos. Del periodismo extrae la necesidad de ordenar los hechos, de historiarlos, de arroparlos con la consistencia de los datos (tiempo, espacio, nombres, apellidos, antecedentes, artículos de prensa, informes institucionales cuando los hay). De la literatura aprende cómo convertir esa cronología documentada en un libro digno de la colección "Andanzas" de Tusquets Editores.

El paratexto es lo primero que llama la atención y lo que lubrica, a priori, la lectura. El diseño y la maquetación son, a ojos del lector, los propios de relatos de ficción. Acceder a través de ellos a un texto de no ficción constituye un placer y un reto. Guerriero no llega al grado de literaturización que hallamos, por ejemplo, en los libros de Tomás Eloy Martínez, pero no renuncia a algunos de los procedimientos que el discípulo aventajado de éste, Martín Caparrós, ha incorporado a la crónica argentina.

La poesía, por tanto, actúa como contrapunto de la prosa periodística, la completa, la enriquece, en una estructura eminentemente fragmentaria, de intención impresionista.

Este libro de Guerriero es una evolución de sus tendencias personales, como un notable uso del estilo oral (el diálogo sin casi intervención del yo es una constante), un buen manejo de los datos estadísticos o históricos y una figuración del cuerpo y la voz del testigo-periodista tan discreta como pertinente (la llegada con la mochila, en un contexto de piquete y la soledad del hotel).

Otro acierto de "Los suicidas del fin del mundo" es su retrato de la Argentina a partir de la disección de uno de sus muchos pueblos olvidados. La historia de Las Heras, con su dependencia absoluta de las inversiones petroleras, es paralela a la de tantos pueblos argentinos, ignorados por una capital que monopoliza la realidad nacional.

Por eso, el final del libro es memorable, porque pone sobre la mesa cómo en Buenos Aires se entiende como noticia una ola de suicidios en Japón mientras se ignora lo que ocurre en Las Heras. Por eso, el periodismo continúa siendo tan necesario en América latina, porque debe rendir cuentas de lo que ni el Estado ni los historiadores se preocupan en narrar. Por eso, la crónica es más necesaria que nunca en América latina y por eso el libro continúa siendo una forma privilegiada de resistencia, con o sin ficción.
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