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 domingo, 23 de octubre de 2005  
Elecciones 2005. El santacruceño buscará hoy legitimarse en las urnas
Los comicios definen el mapa político del Congreso nacional y el poder de Kirchner
El presidente se verá obligado a articular alianzas para poder conseguir quórum propio en la Cámara de Diputados

Los votos de 26 millones de argentinos decidirán hoy el color político que tendrá el Congreso nacional en la segunda mitad del gobierno de Néstor Kirchner.

Los resultados definirán simultáneamente la fortaleza electoral de Kirchner, en su principal prueba desde que asumió la Presidencia, en mayo del 2003.

El hecho de que el presidente se haya involucrado de lleno en la campaña profundizó el carácter nacional de la elección número 12 desde el regreso a la democrática en 1983.

Con su veredicto de ganadores y perdedores, el designio de las urnas definirá al mismo tiempo liderazgos oficialistas y opositores a lo largo del mapa nacional, que servirán como punto de partida para el proceso político que se abre de cara a la sucesión presidencial del 2007.

Hoy se eligen 127 diputados nacionales, la mitad de la Cámara baja, y 24 senadores, un tercio de la Cámara alta. Las provincias que votan senadores son ocho: Buenos Aires, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones, San Juan, San Luis y Santa Cruz.

La definición estará en manos de los 26.098.033 argentinos habilitados para votar (13.370.692 mujeres y 12.727.407 hombres).

El gobierno busca aumentar la cantidad de legisladores propios en el Congreso nacional, sobre todo apremiado por la escisión duhaldista de Diputados.

Además de delimitar su respaldo en el Congreso, las elecciones servirán para medir el liderazgo de Kirchner en el interior del justicialismo.


La madre de las batallas
En ese sentido, la disputa central se juega en la provincia de Buenos Aires, que representa el 37% del padrón nacional. Una victoria indiscutida de la candidata Cristina Fernández de Kirchner en el territorio bonaerense robustecerá el control presidencial dentro del PJ. Por el contrario, un resultado modesto frente a la postulante justicialista Hilda Chiche Duhalde incentivaría un núcleo opositor en el interior del peronismo.

Para sumar afinidades en el Congreso nacional, Kirchner instrumentó un ecléctico sistema de alianzas que, según el distrito, le permitirá incorporar oficialistas a través de listas del PJ o del Frente para la Victoria, e incluso mediante fuerzas provinciales, como el correntino Frente de Todos y el cordobés Frente Nuevo.

En La Rioja, si bien su repercusión en los números nacionales es modesta, la competencia entre el kirchnerista Angel Maza y Carlos Menem se presenta como una modesta revancha de la inconclusa segunda vuelta electoral del 2003.

La oposición juega sus principales apuestas en dos distritos de voluminoso caudal electoral: la Capital Federal, donde Elisa Carrió (ARI) y Mauricio Macri (PRO) buscan transformarse en referentes alternativos al gobierno; y en Santa Fe, donde el socialista Hermes Binner tiene posibilidades de vencer al justicialista Agustín Rossi (ver página 14).

El desempeño de Macri en Capital, Ricardo López Murphy en Buenos Aires y Jorge Sobisch en Neuquén servirá, además, para comparar fuerzas en el interior de PRO, el principal nucleamiento de centroderecha.

La historia indica que desde 1983 los números nacionales de las primeras elecciones legislativas favorecieron a la Casa Rosada. Así ocurrió con Raúl Alfonsín en 1985 y con Carlos Menem en 1991. La excepción fue el 2001, donde el justicialismo se impuso a la Alianza que encabezaba el radical Fernando de la Rúa tres meses antes de la crisis que conmovió la estructura económica y social de la Argentina.


Todo por hacer
Con los números de la verdad ya en la mano, Kirchner tendrá que decidir de modo más que rápido cuándo será hora de poner en marcha alguna de las alternativas que debe haber imaginado para encarar la segunda parte de su mandato.

Seguramente las recetas no serán las mismas si el escenario electoral del lunes a la madrugada se presenta pletórico triunfo o si aparecen algunos lunares que empañen de algún modo la victoria. Pero de lo que nadie duda es que los temas a resolver fatalmente se le harán presentes a Kirchner uno tras otro, como recién salidos del freezer, adonde se los mantuvo adrede durante la campaña electoral.

¿De qué calibre serán esas definiciones tanto tiempo postergadas? Algunos analistas arriesgan posibilidades extremas, como por ejemplo que, borracho por el triunfo electoral, Kirchner se convierta en lo que hoy no es, en un ortodoxo a ultranza o en un populista irrefrenable. O bien que, aplacado por un resultado que le deje menor margen, se escape de la comodidad del centro para patear el tablero hacia la derecha o bien hacia la izquierda.

Otra posibilidad más cierta es que el espíritu conservador del presidente no cambie, habida cuenta de que tan mal no le ha ido durante estos dos años y medio, aunque haya arrancado con 22% de los votos y ahora sienta que ha sido redimido de ese pecado original.

Otro tema político más que importante será conocer el nombre del nuevo gabinete, ya que por las designaciones se podría intuir si es verdad que se está en presencia de una nueva impronta presidencial.

Enlazado con los cambios ministeriales está la especulación sobre la permanencia de Roberto Lavagna al frente de Economía. En el gobierno todos dicen que el ministro sigue, pero habrá que ver si se le permite cerrar la canilla fiscal, tan dadivosa durante los últimos tiempos. Además, el titular del Palacio de Hacienda deberá liderar un par de cuestiones que serán motivo de una clara bajada de línea presidencial, a tono con los nuevos tiempos.
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