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 sábado, 15 de octubre de 2005  
Otro desafío para el golpeado gobierno de Bush

Washington. - El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, viene mencionando continuamente los hitos que se están consiguiendo en Irak, todo para tratar de convencer a sus compatriotas de que la política aplicada en el país árabe está funcionando, incluso el borrador de la Constitución.

"Para el gobierno de Bush es importante que esta votación se lleve a cabo y que los sunitas apoyen la nueva Constitución", dijo James Lindsey, analista del Council on Foreign Relations de Nueva York. "Si eso no sucede y la insurgencia continúa, no está claro el tiempo que el gobierno será capaz de mantener su política en Irak", opinó.

Al margen de que los iraquíes voten a favor o en contra de la nueva Constitución, el hecho de llevar adelante una elección hará avanzar a la democracia y desafiará a la insurgencia, dijo ayer la Casa Blanca. "El pueblo iraquí desafía a los terroristas una y otra vez", señaló el portavoz Scott McClellan.

"Este es un momento histórico para Irak. Es un momento esperanzador para toda la región", afirmó McClellan, quien agregó que hay más de 6.000 centros electorales donde votarán los más de 15 millones de iraquíes registrados.

En estos momentos, Bush afronta los índices más bajos de apoyo a su gestión, y entre la opinión pública crece el escepticismo acerca de las perspectivas de éxito en Irak, donde ya han muerto casi 2.000 soldados estadounidenses. Sondeos realizados esta semana muestran que menos del 30 por ciento de los estadounidenses cree que su país hizo lo correcto al recrudecer la violencia en Irak, más en medio de los altos precios de los combustibles y un creciente déficit presupuestario.

Algunos analistas son optimistas con respecto a la votación del referendo. "Dependiendo de la participación sunita tal vez se refleje un giro, que aleje a los sunitas de las balas y los acerque a las urnas. Incluso si votan no", dijo John Pike, analista de Globalsecurity.org, un centro de estudios cerca de Washington.

Aunque una derrota sería un golpe para Bush en casa, desde la perspectiva política podría ser una ayuda, ya que demostraría a los contrariados sunitas que resulta conveniente participar en el proceso político.

Si la Constitución es derrotada, se celebrarán nuevas elecciones, y como los sunitas han reconocido que boicotear los comicios de enero fue un error, un nuevo borrador les dará más voz, por lo que si superan la tensión entre los grupos étnicos, potencialmente podrán sacar más partido de una Constitución reformada que satisfaga a todas las partes. "Demostraría al liderazgo sunita que tienen un verdadero poder a través de los votos en las urnas", aseguró Pike.
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