Año CXXXVIII Nº 48868
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Salud 07/09
Turismo 04/09
Mujer 04/09
Economía 04/09
Señales 04/09
Educación 03/09

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 11 de septiembre de 2005  
Sensaciones de Villa Banana, La Boca, Avellaneda Oeste y San Francisquito
Un territorio en el puño de dos pibes
Tienen 17 años, son primos y los conocen como "Los Soto". Les imputan dos crímenes recientes y están presos. Sus vecinos y la policía los conocen en detalle y los señalan como artífices de una trama de temeridad y violencia

Leo Graciarena / La Capital

"Al lado de los Soto, Torombolo es Heidi". La definición es de una vecina del barrio Avellaneda Oeste, quien dice conocer a Guillermo Torombolo Pérez, el joven denunciado por los vecinos de Tablada por encabezar una gavilla que aterraba al barrio. Los Soto es el eufemismo que se usa en las villas del sudoeste de la ciudad para identificar a una banda que sería liderada por Víctor S., de 17 años, quien junto a Ricardo I., de la misma edad, están detenidos por dos homicidios. Cuando se habla de Los Soto, los vecinos miran para ver si alguien observa antes de emitir un juicio de valor. "El problema no son Víctor y Ricardo, sino que también están el Tito, el Peka y el Fena, que son como sus soldados. Es que esos pibes son el espejo que ven los más chicos y se quieren parecer a ellos", comentó otro vecino.

La historia de Víctor y Ricardo está al alcance de los oídos de quien la quiera escuchar. Las voces están en La Boca, Villa Banana, San Francisquito y Avellaneda Oeste, aunque todas piden reserva de su identidad. "Vos te vas pero yo me tengo que quedar a vivir acá", coinciden las personas que brindaron su testimonio. Víctor y Ricardo son primos hermanos. La mamá de Ricardo es hermana del papá biológico de Víctor. "Esos pibes son dos mutantes", como catalogan los vigilantes de las seccionales 13ª y 18ª a los delincuentes de su zona de influencia.

En el barrio los vecinos definen a Víctor, como "el peor" de los dos. "Tiene todos los hábitos y las modalidades del delincuente. Ese pibe está perdido", explicó un jefe policial. "Es la cabeza de un grupo altamente conflictivo con sus vecinos". Ambos están en el límite de edad para ser considerados menores: Víctor cumple 18 años por estos días y Ricardo, en noviembre. "Esos pibes tienen frondosos antecedentes", se detalló desde la seccional 13ª, "de los que no escarmientan". En la 18ª se le acreditan más de diez ingresos por robo calificado. "Para ellos robar es algo natural", dijo un pesquisa que los tiene en carpeta. "Son tipos que no tienen escrúpulos. A una vieja que vende biyuterí la cagaron a palos para robarle. Pensá: ¿cuanta plata se le puede sacar a una mina que vende biyu en una villa", dijo un vecino.


Dos muertes en seis días
Están detenidos por los homicidios de Gustavo Popó Muñoz, de 17 años, y Rodi Antonio Rodríguez, un joven paraguayo de 22 años. Popó murió baleado, en un ajuste de cuentas, en Virasoro y Castellanos el martes 19. Seis días más tarde, Rodi cayó muerto al resistir el robo de su bicicleta en Lima y Amenábar. "Después de que mató a Popó, el Víctor anduvo boqueando: «Le dije que le iba a pegar un tiro y se lo pegué»", contó un vecino. "Daba asco. Al otro día de la muerte del paraguayito (Rodríguez) estaba parado con la bicicleta del muerto en el pasaje (1112) y Garay. «No querés comprar una campera», te decía como si nada", comentó una vecina.

Si bien la fama de Los Soto se extiende sobre al menos cuatro de las villas más estigmatizadas de la zona sudoeste, ellos montaban su base sobre Garay -la única calle pavimentada que recorre el límite de La Boca con Avellaneda Oeste- y el pasaje 1112. "Por Garay entra la mayoría de los proveedores de los negocios del barrio", explicó un vecino. "Los tipos la hacen fácil. Se sientan como haciendo nada y miran. «Este que va en bicicleta va a volver por acá». Entonces lo esperan y lo chorean con lo que tengan: cuchillo, navaja o un fierro", contó el hombre. El final de la historia lo define la víctima.

Y eso quedó claro en el caso de Rodi Rodríguez, el chico paraguayo que había llegado al país 20 días ante de su asesinato para trabajar con un primo cosiendo zapatos. "No me vas a robar a mí, que te conozco", dicen los vecinos que le gritó Rodi a Víctor cuando ya caía la noche del 25 de julio y el despojo de su bicicleta era inminente. "Pobre pibe, el paraguayito. No tuvo tiempo de darse cuenta cómo era la cosa", explicó un vecino. Con Popó Muñoz fue diferente. Ricardo y Víctor lo cruzaron cuando estaba con unos amigos en Virasoro y Castellanos. Cuentan que Víctor se bajó y le disparó, casi sin intercambio de palabras, "porque le había puteado la madre".

"Sé que por mi hijo nadie va a hacer nada porque tenía antecedentes", dijo con resignación Dora Bellizán, la mamá de Popó. "Mientras tanto me tengo que bancar que esta gente (por los familiares de Los Soto) ande dando vueltas asustando a los testigos", murmuró. El juez de menores Jorge Zaldarriaga investiga los dos homicidios. Desde ese juzgado se precisó que Víctor está alojado en la seccional 6ª, desde donde sería trasladado por las remodelaciones que se deben realizar en la comisaría. El destino podría ser el Irar, donde la semana que comienza se inaugurarán dos nuevos sectores, y donde ya está alojado Ricardo. Los padres de este menor presentaron un pedido para que egrese del instituto de Saavedra y Cullen.


Más tranquilidad
Los vecinos reconocen que la villa está más tranquila esta semana. Es que a las detenciones de Ricardo y Víctor -el 27 y 28 de julio respectivamente-, se sumaron las de tres de sus íntimos el lunes pasado. Ese día cayeron Tito, quien es menor, Peka y Fena, que por sus antecedentes y por ser mayores quedaron detenidos. "Estos pibes estaban como locos porque necesitaban conseguir guita para el arreglo", explicó una vecina que denunció, como al pasar, "que tenían (los más cercanos a Víctor) que juntar 300 pesos para pagar la estadía de Víctor que está cebando mates en una oficina de Jefatura". El dato retumbó. "No tenemos menores alojados en este lugar", respondió un alto jefe policial en Ovidio Lagos al 5200 al ser consultado.

Para entender cómo se vive en estos lugares -donde se nota a simple vista que el Estado está en retirada y sólo deja mojones mínimos de referencia- hay que caminar por las calles escoltado por algún vecino que lleva camuflada un arma entre sus ropas, aunque sea a plena luz del día. "Dejá que te acompaño", fue el ofrecimiento de un vecino preocupado por la suerte del cronista a pocos metros del destacamento de Lima y Garay. Y quizás sea ese el botón de muestra para graficar de qué se habla cuando piensa en seguridad en ese territorio. Ese destacamento móvil, ubicado a una cuadra del centro neurálgico de lo que se menciona como la base de Los Soto, fue inaugurado el año pasado después de más de ocho años de pelea de los vecinos.


Sólo cuatro vigilantes
Los vecinos cuentan que hoy el destacamento funciona con sólo cuatro hombres, divididos por turnos. Uno de los uniformados está con "tareas diferenciadas" y no tiene arma. En el lugar no hay baños: "Los canas tienen que orinar en un bidón de cinco litros y tienen luz porque los colgamos los vecinos", explicó uno de los moradores del barrio. No tienen handy, no tienen vehículo (tenían una moto que quedó en la 18ª), pero cuentan con una radio policial.

"El problema es la radio funciona con electricidad y acá la luz se corta durante dos o tres días. Después volvés a tener luz un día y vuelven los cortes. Durante ese tiempo, la radio no sirve de nada", comentó otro hombre. "Que querés. Somos pobres, negros, provincianos, algunos tenemos 7º grado y encima pedimos seguridad", explicó otra vecina.

Los liderazgos vecinales no son inmutables. "Hasta hace unos años en el barrio (La Boca) estaban los panchaco Roldán y ahora están Los Soto. Es como que estos pibes ocuparon el lugar que estos dejaron vacío. Yo no sé si ellos quisieron matar al viejo Julián Ledesma (el 26 de enero de 2003) cuando lo robaron, pero ahí perdieron", confió un hombre de villa La Boca.

"No me vengas con que Los Soto son víctimas de un sistema que los excluyó o no los contiene", increpó una de las vecinas. "No son de los pibes más pobres del barrio. Ellos no roban porque no tienen qué comer. Averiguá quién es el padre y cómo es la familia. Son una organización, no son una familia", dijo la mujer antes de detallar, con nombres y apellidos de casi 20 personas, cómo funciona la supuesta red delictiva. "Lamentablemente muchos vecinos, por miedo, terminamos siendo cómplices de estos tipos. Imaginate, viene un choro corriendo y se te mete en tu casa. La policía llega y te pregunta. Y le tenés que decir: «No, acá no hay nadie». Tenés que seguir viviendo acá. Yo te invito a que te quedes un día en mi casa y después decime si son víctimas".
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
La cuadra de villa La Boca donde asesinaron a Rodi Rodríguez.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados