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 domingo, 11 de septiembre de 2005  
Tormenta política. La mala gestión del desastre tuvo un alto costo para la Casa Blanca
Katrina castiga a Bush, que cae a su mínimo histórico de popularidad
La última encuesta indica que el apoyo al presidente está por debajo del 40%, contra 80% que tenía en 2001

Washington. - El índice de aprobación del presidente George W. Bush cayó a menos de 40% por primera vez en sus casi 5 años de gestión, de acuerdo con la última encuesta nacional, la cual reflejó las críticas a la lenta reacción de la Casa Blanca al desastre dejado por el huracán Katrina. Ayer el presidente hizo declaraciones en las que trazó un paralelo entre el desastre causado por el huracán y los atentados del 11 de septiembre de 2001, en un intento de recuperar consenso.

Casi cuatro años después de que la aprobación hacia Bush llegara a más de 80%, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, el índice se ubicó en 39%, según la encuesta de Associated Press-Ipsos realizada esta semana. Es el menor índice de aprobación que ha recibido el presidente desde que comenzó a hacerse el sondeo, en diciembre de 2003.

La opinión del público sobre el rumbo del país se ha tornado también muy pesimista. Casi dos tercios de los entrevistados dicen que el país va por el camino equivocado.

Ante el alza de la nafta, que ha alcanzado un precio de más de 3 dólares por galón (3,8 litros), la actitud de Bush para lidiar con el problema podría ser uno de sus mayores problemas. Siete de cada 10 encuestados desaprueba al presidente en la materia.

En la lista del descontento, con poco más de la mitad de los entrevistados, 52%, sigue la desaprobación al lento manejo dado por el presidente a la situación dejada por el huracán que arrasó Nueva Orleáns.

El número de personas que piensan que el país va hacia un rumbo equivocado aumentó de 59% el mes pasado, a 65% en este mes. La menguante confianza de los consumidores tras el huracán Katrina está agravando el pesimismo.

La encuesta, centrada en preguntas sobre la opinión pública hacia Bush, el rumbo del país y el huracán Katrina, se basó en entrevistas telefónicas realizadas entre el 6 y el 8 de septiembre. Fue respondida por 1.002 adultos de todos los Estados del país, con excepción de Alaska y Hawai.

En un estudio de opinión anterior, conocido el 30 de agosto, Bush recababa el 45 por ciento de apoyos, número que prendió una luz de alarma en la Casa Blanca.


Un paralelo que no funciona
Bush intentó ayer revertir este malhumor social en su discurso radial semanal. Al recordar el cuarto aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre, dijo que los estadounidenses estaban unidos ayudando a las víctimas de Katrina, al igual que lo hicieron cuando fueron víctimas de los ataques aéreos al World Trade Center y el Pentágono. "Hoy, Estados Unidos está afrontando otro desastre que ha causado la destrucción y pérdida de vidas. En este momento la devastación no proviene de un hombre malvado, sino de la furia del agua y del viento", dijo Bush. "EEUU se sobrepondrá de este trágico momento y seremos más fuertes por eso", arengó.

Pero en la crisis provocada por Katrina Bush no ha podido lograr el mismo espíritu de unidad nacional y de los dos partidos políticos, que lo defendió en las semanas y meses siguientes a los ataques del 11 de septiembre, un período en que ganó elogios por su liderazgo y una alta aprobación a su gestión.

Mientras los demócratas se mostraron proclives a ayudarlo después del 11 de septiembre, en el caso de Katrina han levantado duras críticas sobre la lenta respuesta federal al huracán, pidiendo una investigación independiente y crítica del manejo de la crisis. Con el 11-S, Bush y su equipo lograron hábilmente explotar el espíritu de unidad nacional, al punto que incluso obtuvieron en noviembre pasado una cómoda reelección pese a la creciente cantidad de soldados muertos en Irak. Con Katrina esta estrategia no funciona, ya que no se está frente a un atentado inconcebible sino a un desastre natural largamente anunciado por los expertos científicos.

La pésima figura hecha por la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (Fema, por sus siglas en inglés) obligó a Bush a alejar a su titular, el inexperto Michael Brown, de la conducción de la emergencia en Nueva Orleáns y poner en su lugar a un veterano de la Guardia Costera. Brown es más conocido como criador de caballos de carrera que por sus antecedentes en manejo de emergencias y llegó a su cargo por sus vinculaciones políticas, según la prensa de EEUU.
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La brecha recién cerrada de la calle 17.

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