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 domingo, 11 de septiembre de 2005  
El cazador oculto: "Los riesgos de caer en la tentación"

Ricardo Luque / Escenario

Nadar de noche. Igual que la novela de Juan Forn. De chicos no había nada más excitante que dejarse hundir lentamente en las aguas bajo el cielo con estrellas. Había que hacerlo con sigilo, sin chapotear, no sea cosa que se despertara mamá. O peor, papá, que había hecho que juráramos por la memoria de la abuela que nunca íbamos a nadar de noche. Pero no hay mejor sabor que el de lo prohibido. Si no pregúntenle a Adán y Eva. O a Salvador Distéfano, quien pese a los ruegos de sus médicos cayó en la tentación. Resultado: pico de estrés, y no, cómo murmuran las malas lenguas, pico libre, porque el buen hombre sufrió la crisis en pleno cóctail de lanzamiento de la nueva fragancia de Dior para hombres. Una velada paqueta, servida con clase por Pobla del Mercat, en los altos del fastuoso edificio de la familia Baiocchi, hoy fortaleza de los templarios de la Fundación Libertad. Una velada en la que se sirvió champagne sin límites. Un riesgo. Sobre todo para un muchacho light como Darío Kaden, quien poco afecto a la bebida, se pasó la noche sonriendo para la foto sin que ninguna cámara apuntara en su dirección. Por ahí andaba también a los tumbos Gustavo Rezzuaglio, con el ceño fruncido ante la certeza de que irremediablemente perderá la fuerte apuesta que hizo a un colega. ¿Tendrá Plan B? Seguro. Como Roberto Caferra, que hizo un vuelo rasante por el lugar, se llevó el perfume y partió a ver a De la Guarda. Se fue tan rápido que no advirtió la llegada de Natalia Carrara, la gran bestia pop que, con vaqueros ajustados, botas negras y mirada asesina, devoró los corazones de los hombres sensibles de Flores que miraban la luna desde los grandes ventanales del salón. Entre ellos, Pico Carreras, a quien desde que se afeitó el bigote lo confunden con su hermano mellizo Pepe, como en la primaria, trató de poner paños fríos. Pero no pudo. Y no es para menos. A esas horas la reunión era una pasarela por la que desfilaban, con la displicencia de las top models europeas, Lorena D'Angelo, que con un sweater claro como segunda piel y unas súper sexy botas Paruolo pisaba fuerte; Alicia Azanza, siempre fiel a su estilo neohippie (y al bueno de Agusto Saracco), y Gisela Oppedisano, look secretaria ejecutiva de película XXX y apretadita contra el pecho una pila de revistas UniverZoo. ¡Atchung Baby! Peligro de sobredosis de frivolidad.
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