Canallas de Catalunya

Ernesto Sukerman siempre está dispuesto a la charla cuando se trata de su querido Central. Y más si es en las vísperas de un clásico. El mentor de la filial Juan Antonio Pizzi y del club Rosario Central de Cataluña se desdobla en esfuerzos para atender su rutina de trabajo habitual y satisfacer sus necesidades como hincha. "Estamos haciendo gestiones para que podamos ver el partido. Lo televisan a través de un sistema satelital que no es muy conocido, pero estamos tratando de conseguir la conexión y que los canallas podamos juntarnos a ver la victoria del equipo", afirma Sukerman.

Pero más allá de la televisión y la distancia, nada impedirá que los canallas vivan el clásico con la misma pasión que despliegan cuando están en las tribunas del Gigante. "Si no se puede ver por TV, llamaré a casa a cada momento, ya que ahora estoy sin internet", afirma a su vez el responsable del equipo de vóley del club, Eduardo Camarda, canalla hasta la médula al igual que Ricardo García, entrenador del equipo de fútbol.

La filial Juan Antonio Pizzi de Cataluña se convirtió en el centro neurálgico donde confluyen los corazones canallas desperdigados por España. Y como no podía ser de otra manera, el clásico de mañana se vivirá con intensidad.

Andrés Lotaville no oculta sus sentimientos canallas. Camina por plena Rambla con la 10 "del Negro Palma", según afirma. Dice que hace tres meses que está en Barcelona, que no puede vivir sin Central y que al clásico lo seguirá por internet. Al igual que Mauro Badino, otro canalla que escuchará el clásico desde la Isla de Mallorca.

Los canallas de Barcelona afirman que habrá victoria en el partido de ida y que en el Gigante los pasarán por arriba a sus eternos rivales. "Otro 4 a 0 y esperemos que no abandonen", afirma Andrés y saluda. La silueta se pierde entre los turistas. El color auriazul se funde con el azulgrana que predomina por estas tierras. Los canallas están palpitando el partido. Sienten que sus corazones se trasladan al Coloso para alentar por su querido Central. El clásico está a la vuelta de la esquina. Y se vive como tal. A pesar de la distancia.