Año CXXXVIII Nº 48840
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Economía
Señales
Turismo
Mujer


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 07/08
Mujer 07/08
Economía 07/08
Señales 07/08
Educación 06/08
Salud 03/08
Autos 03/08
Estilo 02/07

contacto

servicios
Institucional

 domingo, 14 de agosto de 2005  
El viaje del lector: el paraíso de Gauguin

Desde que era chico y en el cine veía películas del Pacífico Sur, sobre todo después de haber visto "Motín a bordo", con Charles Laughton y Clark Gable, me propuse que algún día trataría de visitar esas islas que siempre me impactaron porque, no por nada, las asimilan al paraíso. Y al cabo de un tiempo llegó el día en que pude darme el gusto de hacer el viaje, acompañado de mi hijo. En realidad fue un crucero que colmó mis expectativas, pues durante 10 días recorrimos islas realmente encantadoras. La Polinesia forma un triángulo muy extenso desde Hawai a Tahití y a la Isla de Pascua, donde se hablan idiomas propios de los países dominantes.

El viaje comenzó con el traslado a Ezeiza donde abordamos el avión que nos llevó a Santiago de Chile. Desde allí partimos hacia Papeete, en Tahití, previa escala en la Isla de Pascua, ubicada a mitad de camino. La parada en la isla fue de una hora y no nos permitió ver los monumentos de piedra, como hubiera deseado.

A Papeete llegamos a medianoche y tuvimos la primera sorpresa agradable: en el aeropuerto nos recibieron con la típica guirnalda de flores y música polinésica tocada por gente del lugar. El polinesio en general es muy amable, atento y se desvive por atender al turista y ofrecerle comodidad. Los hombres son altos y musculosos y ellas, muy bonitas, con cuerpos muy proporcionados

El paseo empezó con un crucero. Embarcamos en el Tahitian Princess, un hermoso barco no muy grande pero muy cómodo, con un camarote que nos permitía ver todo el paisaje. Al anochecer el crucero partió hacia Hiraine, otra isla que conocimos en el archipiélago. Muchas de las cabañas tienen pisos transparentes para que se pueda observar el fondo del océano con sus peces de colores.

La vegetación que las rodea es exuberante y de unos coloridos maravillosos, con cercos a los costados del camino acompañados hasta el infinito por plantas con colores cambiantes, realmente hermosas.

Conocimos plantaciones de ananá, vainilla, cocos, bananas y sandías, que son los productos de la isla. También cañas con tejido para poner a secar los trozos de coco que luego se usan para fabricar combustible.

En medio de la excursión paramos a nadar en una bonita playa donde nos agasajaron con los jugos y productos de las islas.

Lo que llama la atención en todas las islas que visitamos son los colores que toma el mar según las profundidades y si hay o no sol. De todas las maneras es un espectáculo impactante que por suerte se repite.

El fondo del mar también se puede ver en paseos en lanchas que tienen los pisos transparentes y se acercan a la fauna ictícola, con peces y corales de distintos colores. Un espectáculo inolvidable.

El crucero siguió hacia Rangiroa, Raiatea, Bora Bora y Moorea, una más bonita que otra, y volvió a Papeete.

Como corolario, en Papeete visitamos el Museo Gauguin, ilustrado por una charla sobre su estancia en las islas. Finalmente creo que estuvimos en el paraíso.

Francisco Fava / (ganador de la semana)
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Detrás de un sueño. La Polinesia, escenario de mil fantasías de celuloide entre las exóticas Hawai, Tahití y la isla de Pascua.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados