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 domingo, 14 de agosto de 2005  
Destruyen la caja fuerte de una distribuidora y roban $10 mil
Ingresaron de madrugada y perforaron el mueble de acero con una amoladora

Ariel Etcheverry / La Capital

Un desorden generalizado en las oficinas, el sistema de alarma destruido, los cables del teléfono cortados y la caja fuerte de unos 300 kilos de acero puro despellejada desde atrás. Con ese panorama se encontraron ayer a la mañana los dueños y los empleados de la distribuidora La Vendimia, de Uriburu 2385, donde un grupo de delincuentes se introdujo en horas de la noche y tras un paciente y arduo trabajo, amoladora en mano, se alzó con casi 10 mil pesos en efectivo más un par de cheques por otros 200 pesos.

El paso de los ladrones por el inmenso local de La Vendimia dejó en claro dos aspectos: la banda que dio el golpe estaba conformada por profesionales y, además, fue a buscar sólo el dinero. Los intrusos no tocaron nada de la abundante y variada mercadería que se almacena en ese lugar. La distribuidora funciona en ese sector de barrio La Guardia desde 1982, según rememoró ante La Capital Juan Carlos Antonelli, uno de sus dueños.

El comerciante lucía ayer al mediodía abatido por la desagradable sorpresa de encontrarse con un perjuicio no sólo económico sino también operativo, ya que la empresa quedó prácticamente paralizada por la falta de teléfono, la rotura del servidor de internet y el caos general que dejaron los ladrones en la administración. Nadie sabía a ciencia cierta a qué hora se produjo el hecho, pero lo cierto es que todo el "operativo" duró al menos un par de horas, durante las cuales el grupo gastó 15 discos de la amoladora hasta lograr abrir la caja fuerte.

Antonelli contó que los ladrones se colaron al inmueble por el techo. Luego de desprender una chapa llegaron hasta un entrepiso donde actualmente los dueños están construyendo oficinas. Después caminaron hasta una escalera y comenzaron a descender, pero fueron sorprendidos por los sensores de la alarma. Esa situación no los atemorizó, sino todo lo contrario. Los maleantes siguieron para adelante hasta que detectaron la central de la alarma y la destruyeron a golpes. "La alarma sonó, pero siguieron. No les importó a tal punto que la rompieron y cortaron todos los cables", sostuvo el comerciante, mientras algunos de los empleados trataban de ordenar algo de lo que quedó en las oficinas.

Una vez que se aseguraron de que la alarma no los molestaría más, el grupo apuntó directamente hacia la caja fuerte. El armatoste, de 1,50 metro de alto por 60 centímetros de ancho, pesa aproximadamente 300 kilos, según contó su dueño. Hasta ayer a la madrugada estaba ubicada en la oficina principal cuyo ventanal da sobre la avenida Uriburu. Como la tarea de abrir el cofre requería tiempo, pero sobre todo un arduo trabajo con la amoladora que los propios intrusos llevaban consigo, los autores del atraco decidieron moverla de lugar en busca de un sitio menos expuesto.

Por eso fueron hasta el fondo del local y de allí tomaron una de las carretillas que habitualmente se usan para el acarreo de mercadería. De esa forma transportaron el pesado mueble hacia una habitación contigua. "Parece que ahí trabajaron tranquilos", comentó Antonelli con amargura en el medio de la oficina donde aún permanecían algunas virutas de hierro y restos de los discos utilizado en la amoladora. La banda utilizó al menos 15 de esos accesorios hasta que logró abrir el armatoste en su parte trasera.

De allí la banda extrajo 10 mil pesos en efectivo y unos doscientos en cheques. "Entraron a buscar eso, la plata. Después no tocaron nada más y se fueron por el mismo lugar por donde entraron, es decir por el techo. Nos enteramos de esto recién cuando llegamos a trabajar a las 7", dijo Antonelli, quien agregó que con el de antenoche el negocio ya sufrió media docena de robos nocturnos "más unos cuantos asaltos a mano armada".
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Para perforar la caja los ladrones usaron 15 discos de amoladora.

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