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 domingo, 14 de agosto de 2005  
Fidel cumplió 79 años y no se jubila

La Habana. - El presidente de Cuba, Fidel Castro, cumplió ayer 79 años sin planes de retirarse mientras transcurre su 47ª temporada al frente del único gobierno comunista de Occidente. El comandante de la revolución que derrocó en 1959 a la dictadura de Fulgencio Batista, y que poco después pasó a protagonizar con EEUU uno los antagonismos políticos más salientes del siglo XX, no ha tenido un año fácil.

En octubre de 2004 se cayó dramáticamente sobre el escenario durante un acto público y se fracturó la rodilla derecha, que debió ser intervenida quirúrgicamente, y se fisuró el brazo izquierdo. Pero el accidente, lejos de marcar el comienzo de una declinación física, pareció fortalecerlo.

Castro ha mantenido firme su optimismo sobre el modelo socialista que encabeza y siguió con sus tradicionales discursos de entre tres y cuatro horas de pie, y hasta condujo una virtual reunión de gobierno televisada en vivo durante el paso del huracán Dennis en julio. "Si he vivido un número de años es porque he practicado deporte. Escalé montañas, que es bueno para el corazón", dijo la semana pasada ante una audiencia juvenil en La Habana, ironizando sobre sus tiempos de lucha armada en el macizo montañoso de Sierra Maestra, hace casi medio siglo.

El líder de la gestión más longeva del mundo ha estado al frente de todos los asuntos, por pequeños que parezcan, ligados a la reparación de la economía socialista, como cuando explicó por cadena nacional las virtudes de unas ollas arroceras eléctricas que el país importaría masivamente de China.

Sus críticos más acérrimos, sus compatriotas exiliados en Miami, sostienen que el país de 11 millones de habitantes se empobreció con Castro, que el derecho a salir del país está severamente restringido y tildan al gobierno de autócrata e intolerante con los opositores.


Medalla de oro
Cuando todavía suenan los ecos de la irritación por los frecuentes y masivos cortes de luz que marcaron al inicio del caliente verano de 2005, Castro dejo clara su meta: "A nosotros nos importan las olimpíadas de la historia. Y ahí tendremos medalla de oro", dijo esta semana.

Con su uniforme militar verde oliva, su marca registrada, y echando mano a términos militares, el presidente cubano comenzó a volver a centralizar la economía del país en los dos últimos años, dejando de lado la política de apertura a pequeñas inversiones extranjeras que permitió en la dura década de 1990.

Cerrando filas con su par venezolano, Hugo Chávez, se aseguró la provisión de crudo a la deficitaria isla a cambio de servicios médicos y consiguió asistencia crediticia de China, un recurso muy escaso para Cuba que Castro adjudica al bloqueo que le aplica EEUU desde hace más de cuatro décadas.

Algunos analistas creen que pelea contra viento y marea para preservar su legado, pero otros lo ven como un pragmático. "Lejos de ser un Quijote místico que persigue una ilusión noble, Fidel Castro es un pragmático que tiene siempre «las luces altas encendidas»", dijo el historiador canadiense John Kirk.

Para los que piensan que su objetivo de perpetuar el comunismo no está asegurado, la principal incógnita pasa por la población que mayormente nació después de la revolución. "Castro quiere garantizar la continuidad del sistema socialista después de su muerte, pero sabe que la gente de Cuba, e incluso miembros del gobierno han perdido la fe y están listos para un cambio", dijo Daniel Erikson, del instituto privado Diálogo Interamericano.
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Fidel Castro, una marca registrada.

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